Por Cristiano Rattazzi, Presidente de FCA Automobiles Argentina SA

Estoy muy contento que se haya finalmente alcanzando un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea luego de 20 años de negociaciones. Para mi es una señal clara de que el país, la región, aspira a ser parte de un mundo inexorablemente cada vez global, lo cual nos obligará a trabajar seriamente en las materias que hacen a la competitividad de la economía.

Creo que es un desafío que debemos asumir, porque la alternativa de encerrarnos dentro de las fronteras del Mercosur sólo nos auguraba una mayor dependencia al socio mayor de la región y pagando el costo de un bloque enviciado en esquemas proteccionistas, lleno de ineficiencia y problemas de competitividad que no redundan en beneficio de los consumidores de los países miembros. 

El acuerdo alcanzado es una hoja de ruta que retoma la esencia de constitución del Mercosur: crear un mercado común relevante para relacionarse con el mundo y sus regiones.

Es una hoja de ruta que nos exige trabajar con una agenda de mediano y largo plazo.

En el caso de la industria automotriz, nos abre la oportunidad de ampliar los potenciales mercados de exportación de los vehículos que fabriquemos en los polos productivos de Argentina y no ser tan dependientes del mercado brasileño, seguramente focalizado en nichos de productos, como hoy ocurre con buena parte de las plantas de Europa del este y de otras regiones.

No es un proceso inmediato, sino que hay tiempo para ir madurando las mejores oportunidades. De la UE, como ocurre actualmente, se continuará importando vehículos esencialmente de alta gama, aunque con una reducción progresiva de los aranceles que hoy se tributan.