Ford y Volkswagen formaron Autolatina en 1987. Fue una fusión que solo comprendió a las filiales de la Argentina y Brasil y que tuvo fuertes consecuencias en la gama de modelos de ambas marcas.

Si bien cada una tenía su propia línea, llevó poco tiempo comenzar a ver cómo los productos se fusionaban. Además de motores compartidos, en 1990 Volkswagen sacó al mercado brasileño el Apollo, que era un Escort con el logo de VW. En 1992 aparecieron los Galaxy (en la Argentina) y Versailles (en Brasil), que partían de un Santana con el óvalo en la trompa.

Un año más tarde llegaron los Volkswagen Logus y Pointer, con diseño propio, pero utilizando la plataforma de los Escort y Orion.

Así como VW desistió de producir localmente el Golf y desarrolló medianos sobre la base de un Ford, la norteamericana empezó a trabajar en su propio auto chico en paralelo al desarrollo de la segunda generación del Gol, algo que, parece, no estaba contemplado en el acuerdo inicial.

El nuevo Gol comenzó a gestarse a comienzos de los noventa y para 1994 estaba casi listo. Según cuenta Luis Alberto Veiga (diseñador de VW por 40 años) en su blog Autoentusiastas (las imagenes son de este sitio), este desarrollo terminó siendo el punto de discordia más fuerte entre ambas marcas.

La relación llegó a un punto de no retorno a fines de 1994, lo que llevó a la concreción del divorcio de Ford y Volkswagen, en 1996.

Los modelos que se detallan en las fotos son dos. Uno con un diseño muy personal, bien distinto a lo que proponía Volkswagen con el Gol, y otro mucho más cercano.

Del primero se ven dos propuestas, con cambios en los faros, manijas de puerta y espejos. El otro es casi un Gol con nueva trompa, cola y una ventanilla lateral trasera más cercana a la luneta.

Ninguno terminó siendo producido y así como tras la separación Volkswagen rápidamente comenzó a importar el Golf, Ford hizo lo mismo con el Fiesta, modelo que al poco tiempo comenzó a producirse en Brasil junto con el Ka.