El gobierno de Joe Biden aprobó un fuerte incremento en una amplia variedad de productos chinos, que van desde los productos médicos, acero, aluminio, baterías y semiconductores, sin olvidar los automóviles eléctricos.

Estos últimos pasarán de pagar el 25% a más del 100%, con la misión de detener una futura oleada de importaciones. La justificación se apoyó en lo que Estados Unidos considera como prácticas desleales de competencia, como el robo de la propiedad intelectual o intrusiones en ciberseguridad.

El año pasado, Estados Unidos importó productos de China por un valor de 427 mil millones de dólares, mientras exportó por 148 mil millones, produciendo un déficit comercial que se mantiene desde hace décadas.

Actualmente, el mercado norteamericano tiene una entrada marginal de vehículos chinos (diferente a lo que está ocurriendo en Europa), pero hay varias marcas con planes de producción en México, lo que sortearía la imposición de aranceles.

Incluso, hay legisladores que pretendían que la administración de Biden directamente prohibiera el arribo de automóviles chinos a Estados Unidos, apoyados en los riesgos de tráfico de datos personales de los compradores.