En su camino de electrificación, Volvo había anunciado que dejaría de producir automóviles con motorizaciones Diesel y la promesa se volvió realidad el 26 de marzo, cuando salió de la cadena de montaje de Torslanda un XC90 con un turbodiesel de 2.0 litros.

Se acaba así una historia que comenzó con el 244 GL D6, que utilizaba un Diesel de origen Volkswagen. Recién al año siguiente los modelos suecos comenzaron a llevar un Diesel propio.

La motorización gasolera fue todo un éxito para la marca, que se mantuvo por 45 años y 9 millones de unidades. Otro dato es que el 95% de los XC90 vendidos en Europa en 2008 llevaban una motorización Diesel.

El de Volvo es uno de lo muchos casos de fabricantes europeos que se pasarán a la electromovilidad en el transcurso de la década. En 2023, el mercado del viejo continente vendió 35% de nafteros, 26% de híbridos, 15% de eléctricos, 14% de Diesel y 8% de híbridos enchufables.

El último XC90 será llevado al museo World of Volvo situado en la ciudad sueca de Gotemburgo, el cual abrirá las puertas el próximo 14 de abril.