Con las restricciones en alza, encontrar un importado es una tarea titánica para la clase media, pero ahora la producción también está amenazada.
Por Martín Simacourbe
Los últimos meses del albertismo, agobiado por una inflación que no cesa y la acuciante falta de dólares, prometen un panorama bastante sombrío para la industria automotriz argentina.
El contexto económico ya venía golpeando fuerte en los consumidores, con una oferta de producto cada vez más reducida, lo que alimenta la voracidad de los concesionarios, sabedores de que el cliente no tiene demasiadas opciones y tampoco puede pronosticar a qué precio se irá el auto que busca si no cierra pronto la operación.
El último golpe lo dio el impuesto PAIS a los bienes e insumos importados, lo que provocó aumentos en las listas de precios de agosto que, en algunos casos, superaron el 10 por ciento, sin importar si el modelo se produce en la Argentina o llega importado.
Para una pick up nacional tope de gama, ese impulso supuso 2 millones de pesos de incremento entre el último día hábil de julio y el primero de agosto. Los aumentos en todos los rangos de precios, impactan no solo en el valor de venta contado, sino en los innumerables planes de ahorro que están suscriptos.
Para el cliente, encontrar un precio cierto es una fantasía. Esperando la actualización que llegará recién en septiembre, hasta las versiones de gama media de un compacto están siendo afectadas por el impuesto interno, provocando listas que tienen decenas de versiones topeadas en un valor que, directamente, no existe.
Es cierto, la degradación del peso es tan grande que ya no nos asusta un aumento de tal magnitud o que las concesionarias exijan un sobreprecio. Lo que trastocó todo en este último mes es algo que se venía venir: la falta de dólares parece haber encontrado el piso tan temido.
Durante julio, el gobierno, a través de la Secretaría de Comercio, no autorizó el ingreso de ninguna unidad importada, lo que, pese a todo, no se vio reflejado en los patentamientos del mes pasado, que se mantuvo con la habitual penetración de los modelos nacionales en torno al 65 por ciento del mercado.
Sin embargo, este mes no viene mejor. Con los furiosos aumentos de comienzos de mes, el gobierno amenazó a las terminales con mantener el cerrojo sobre las autorizaciones si los precios no se retrotraen, una verdadera quimera en el marco de una inflación que no baja del 6 por ciento mensual y la devaluación que supuso la llegada del nuevo impuesto.
Así, la búsqueda de un automóvil importado de gama media se está transformando en una auténtica búsqueda del tesoro. Solo los modelos que se traen y venden en dólar billete escapan por el momento de esta realidad, algo que se verifica en las cifras de patentamientos crecientes de las marcas premium alemanas.
Para colmo, el impuesto PAIS, que en principio no iba a afectar a los insumos importados para producir modelos destinados la exportación, aun no fue reglamentado para eximir del incremento del 7,5 por ciento a esas piezas, lo que puso en alerta a ADEFA de cara a la producción de vehículos nacionales, un tema que siempre priorizó el gobierno a la hora de acceder a los pocos dólares disponibles.
En su habitual informe mensual, ADEFA señaló que la entidad que nuclea a las terminales productivas de argentina teme que estas modificaciones afecten “la continuidad del proceso productivo y la competitividad exportadora del sector”.
En ese informe, ADEFA revela las cifras de producción, exportaciones, pero también las ventas que hacen las terminales a los concesionarios. En julio, esa cifra bajó un 30 por ciento, de 44 a 30 mil unidades, una reducción que sin dudas impactará negativamente en los patentamientos del mes en curso.
Baja de ventas, aumentos de precios y mal humor de clientes y empresarios. El actual gobierno se está despidiendo con el peor panorama para enfrentar las elecciones, pero con uno que sus propias políticas ha impulsado.
Leave a Comment
Your email address will not be published. Required fields are marked with *