La de Peugeot era la del 505 y la de Renault la Allure, basada en el 25. Ambas estuvieron cerca de venderse en Estados Unidos, pero no vieron la luz.
Dos históricas marcas francesas, casi al mismo tiempo, estuvieron cerca de vender coupés en los Estados Unidos, pero finalmente no lo hicieron. Curiosamente, ninguna de las dos fue pensada para ser vendida en el mercado europeo.
La de Peugeot era una versión derivada del 505 sedán lanzado en 1979, que contemplaba carrocerías coupé y cabrio. La marca del león no estuvo detrás del proyecto, sino que fue desarrollado por una compañía americana que buscaba vender la idea a mediados de los ochenta.
El trabajo no fue simplemente cortar un sedán, ya que el cabrio tiene una distancia entre ejes más corta y ambos presentan un baúl alargado con respecto al cuatro puertas. También hay diferencias en las manijas y espejos.
Pese a que la marca tuvo un pasar respetable por Estados Unidos en los ochenta gracias al 504 y al propio 505, la idea de ampliar la gama no tuvo aceptación. Al final, Peugeot terminó dejando ese mercado en 1991.
Por su parte, el Renault Allure sí fue una creación oficial de la marca. Es de la época en que la francesa se hizo con los activos de AMC y vendió varios modelos propios en Estados Unidos adaptados al gusto y la normativa locales (ver más).
El ingreso al segmento más demandado por el público americano contempló la creación de una versión del 25 bastante modificada, que con carrocería sedán se conoció como Premier, y también una coupé, que se adaptaba al gusto local disimulando el parante C y extendiendo las luces posteriores hasta el portapatente.
La cancelación del acuerdo entre Renault y AMC a fines de los ochenta provocó que el Allure jamás viera la luz y que el sedán fuera finalmente vendido con la marca Eagle o como Dodge Monaco, una vez que Chrysler se hizo cargo de la compañía.
La coincidencia final (y más extraña) es que la unidad del 505 coupé fue rescatada por la francesa y descansa en un museo de Peugeot en Francia, mientras que el Allure lo hace en uno de Detroit, que fue pasando de manos hasta terminar en las de Stellantis, curiosamente la actual dueña de la marca del león.
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