Es una de las más grandes del mundo y cuenta con vehículos exclusivos desde hace más de 50 años. Ahora, sumará un nuevo modelo con motor eléctrico.
Hay flotas privadas que son gigantes, pero también las hay de agencias gubernamentales. Una de ellas es la del servicio postal norteamericano, una repartición que cuenta con más de 650 mil empleados y mueve casi el 50 por ciento del correo mundial.
Su actividad se remonta casi al nacimiento mismo de Estados Unidos y pese a la baja que significa la digitalización de la mensajería, entrega anualmente casi 130 mil millones de piezas en más de 160 millones de puntos de entrega.
No sorprende entonces que la flota que transporta semejantes números sea de actualmente unas 230 mil unidades, entre furgones de reparto y camiones.
En la historia del USPS (United Estates Service Postal) hubo todo tipo de vehículos, pero desde fines de los años sesenta, aparecieron versiones creadas específicamente para el reparto, con volante a la derecha y puertas corredizas para facilitar el acceso a los buzones. El primero con estas adaptaciones fue el Jeep DJ, modelo que incluso ya se utilizaba desde 1955 con volante a la izquierda.
Para 1968, USPS llamó a una licitación para la compra de 100 mil unidades, con un accesorio de otras 50 mil adicionales. El elegido fue un furgón basado en la Chevrolet S10 carrozado por Grumman, una compañía que produjo muchísimos aviones militares e incluso realizó el módulo lunar del programa Apolo.
El Chevrolet Grumman LLV se produjo de 1987 a 1994, pero una de las condiciones era que tuviera una enorme vida útil y la mejor prueba es que más de tres décadas después siguen funcionando.
En 1998, USPS licitó 10 mil unidades adicionales, las cuales fueron producidas sobre la base de un Ford Explorer y carrozadas por Utilimaster, un tradicional carrocero de furgones. El Ford Utilimaster FFV se produjo entre 1998 y 2001.
Se estima que en 2021, entre ambos furgones, había unas 125 mil unidades, las cuales, además de arrastrar mucho trajín, utilizan motores antiguos, que solo en 2009, demandaron 1.680 millones de litros de combustible.
Por eso, en 2021 hubo una nueva licitación, en la que triunfó un moderno furgón creado por la empresa Oshkosh, especialista en vehículos militares y otros usos, como el aeroportuario.
El NGDV (vehículos de reparto de nueva generación, por sus siglas en inglés) es más largo, ancho y alto que sus predecesores, y equipa por primera vez un airbag, cámara 360° y frenado autónomo, sin dejar la clásica configuración de volante a la derecha, puerta corrediza y sin patente identificatoria.
El contrato especifica la producción de 160 mil unidades en el término de 10 años, de las cuales, originalmente, solo el 10 por ciento debía ser alimentada con motores eléctricos.
Sin embargo, las presiones por el calentamiento climático, el cambio de gobierno y el alto consumo declarado de las versiones a combustión (llevarán el 2.0 EcoBoost de Ford que en la Argentina tenemos en las Bronco Sport y Maverick) forzaron una revisión del contrato.
En 2022, la revisión del pedido original de 50 mil unidades ya incluía un 20 por ciento de eléctricos, pero nuevas presiones llevaron la cifra de versiones con cero emisión al 50 por ciento, con el consiguiente retraso de las primeras unidades para mediados de 2024.
Sin embargo, las organizaciones ecologistas pelean por elevar la cifra de eléctricos al 90 por ciento de la flota, algo que encarecerá notablemente el costo por unidad, algo que se suma al enorme déficit del servicio, que en 2021 fue de casi 5.000 millones de dólares.
Desde 2026, todos los NGVD se fabricarán exclusivamente con motor eléctrico, pero por ahora, los viejos LLV y FFV siguen rodando y entregando cartas y paquetes a diario, esperando a su moderno y ecológico reemplazante.
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