En 1989, como reemplazante del CX y siguiendo el linaje que había creado el Mítico DS, Citroën lanzó al mercado el XM, una berlina de lujo que compartía plataforma con el Peugeot 605.

Competidores del Renault 25 (en 1992 llegaría el Safrane), los modelos de PSA recurrían a carrocerías diferentes. El del león era un cuatro puertas diseñado por Pininfarina y el del doble chevrón un cinco puertas firmado por Bertone.

El impacto del XM fue grande: la prensa lo eligió como Auto del Año de 1990 (fue el último galardón de Citroën) y se vendió relativamente bien al comienzo gracias a muchas innovaciones.

La más llamativa era la suspensión hidroneumática, heredada del CX, pero con el nuevo sistema Hydrative que le brindaba un andar digno del segmento al que apuntaba.

El diseño filoso de Bertone ofrecía un excelente Cx y una enorme superficie vidriada, compuesta nada menos que por 12 ventanillas (parabrisas, luneta y cinco ventanas por lado).

Pero había una 13° ventanilla oculta, y no estamos hablando del vidrio del techo corredizo presente en algunas versiones. Debajo de la luneta había un segundo vidrio, que ofrecía un aislamiento extra a los ocupantes de las plazas traseras (muchos dueños de XM tenían chofer y viajaban atrás).

Además de evitar el viento al abrir la luneta, este vidrio también prevenía ruidos molestos o la contrapresión que ejerce un portón al cerrarse. Quizás un lujo excéntrico, pero que era distintivo de este modelo.

Pese a sus buenos atributos y un comienzo exitoso, las ventas del XM se fueron desplomando y en 2000 salió de línea. El C5, que heredó muchas de las innovaciones del XM y su lugar como la berlina más importante de la marca (al menos hasta la llegada posterior del C6), no mantuvo la doble luneta pese a llevar un portón posterior (recién la segunda generación de 2007 recurrió a un baúl tradicional).