Cinco automotrices pararon o tienen planes de detener la producción en Brasil para ajustar la demanda, aunque algunas siguen culpando a los chips.
Aunque el abastecimiento de semiconductores sigue trayendo problemas a la industria brasileña, un nuevo conflicto amenaza con reducir la producción del país más grande de Sudamérica: la demanda a la baja.
Según consultores de ese país, el primer bimestre estuvo muy por debajo de lo esperado. Mientras que para enero la venta estimada era de 144 mil unidades, el resultado fue 30 mil unidades menor. En febrero, con 131 mil unidades proyectadas, no se superaron las 120 mil.
Estas 25 mil unidades menos hicieron que varias automotrices brasileñas pararan la producción para adecuar sus stocks, aunque algunas siguen atribuyendo estas detenciones a la crisis de los chips.
Por ejemplo, General Motors va a detener la producción en Sao José dos Campos durante dos semanas. Allí se producen la S10 y la TrailBlazer que se exportan a la Argentina. Hyundai hará lo propio tres semanas en la planta de Piracicaba donde hace el HB20 y las dos generaciones de Creta que llegan a nuestro país.
Otra que parará tres semanas es Stellantis, aunque solo en la fábrica de Goiania, donde hace la Fiat Toro y toda la línea Jeep. En tanto, Mercedes estará casi un mes con paradas parciales en su planta de Sao Bernardo de Campo.
Volkswagen no tiene previstas futuras paradas, pero detuvo la producción en febrero en tres de las cuatro plantas que posee en San Pablo. Solo Taubaté continuó con su ritmo habitual, aunque la alemana volvió a culpar a la falta de semiconductores y otros componentes.
La menor actividad es un problema que incluso llegó al flamante presidente del país. Lula Da Silva aseguró esta semana que “tenemos que dejar de importar tantos autos y fabricar en Brasil. Si tenemos 30 industrias automotrices, tenemos que producir autos aquí”.
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