El grupo americano Chrysler ha tenido muchos clones entre sus filas. Muchísimos han sido entre sus propias marcas (Chrysler, Eagle, Dodge o Plymouth), pero también ha tenido de otras, como Mitsubishi, Volkswagen, Talbot, Mercedes, Hyundai, Nissan o Lotus, por nombrar a algunas.

Pero luego de la bancarrota de 2009, cuando Fiat comenzó a hacerse cargo de la empresa y Sergio Marchionne tomó el control, aparecieron los clones entre ambas ramas de lo que luego sería FCA.

Así, las marcas más castigadas del grupo empezaron a clonar modelos, en una decisión que no terminó siendo fructífera para ninguna de las marcas, salvo contadas excepciones.

En 2011 aparecieron dos Lancia con el logo de Chrysler (Ypsilon y Delta), pero como si fuera una suerte de intercambio, dos Chrysler pasaron a tener el logo de la italiana, sin ninguna personalización estética más allá del cambio de insignia.

Los primeros mantuvieron el nombre, pero los 200 y 300 americanos fueron vendidos como Flavia (únicamente en la versión descapotable) y Thema, denominaciones que ya habían tenido modelos de Lancia. Ninguno de estos cuatro se vendió en Estados Unidos.

Ese mismo año, la tradicional Dodge Journey fue vendida como Fiat Freemont (incluso llegó así a Brasil) y como Lancia Voyager en Europa.

En 2012, el Fiat Viaggio, que se comercializó fundamentalmente en mercados de Europa del Este, fue rebautizado como Dodge Dart en Estados Unidos, sin cosechar el mismo éxito que supo tener ese nombre en las décadas de los sesenta y setenta.

Los dos últimos ejemplos fueron reservados al mercado mexicano, donde Dodge, por cercanía, tiene mucha más reputación que Fiat. Nuestros conocidos Grand Siena y Tipo llegaron con los nombres Vision (en 2015) y Neon (2016), sin demasiados cambios.

El último ejemplo ha sido el del reciente Dodge Hornet, basado en el Alfa Romeo Tonale (ver más), siendo el primer Alfa que sirve de base para un modelo de la rama norteamericana de Stellantis.