Primer contacto: Jeep Renegade Trailhawk 270T

Primer contacto: Jeep Renegade Trailhawk 270T

Con la renovación de la gama, el SUV compacto de Jeep mantiene la opción 4×4, ahora asociada al potente turbo nafta 1.3. La manejamos en el sur.

Sí, somos amantes de los Diesel, pero como sucede con muchas otras cosas, si miramos las cifras de venta, los tester deberíamos reconocer que casi no sabemos nada del mercado (ver más).

En la región, el Diesel está desde hace un tiempo en coma inducido para lo que son los vehículos de pasajeros, porque salvo acá, que siempre fueron exitosos, es casi imposible encontrarse con uno en Sudamérica.

Y el Jeep Renegade, antes de esta renovación, era el último sobreviviente entre los SUV compactos con esta motorización, que ya desapareció de todo el segmento B (ver más), a excepción de los multiusos franceses.

Pero si la salida del Diesel es una mala noticia, la llegada del turbo nafta 1.3 es una muy buena. Ok, no es lo mismo para nuestro nostálgico corazoncito, pero es algo. Y además se suma la celebrada decisión de Jeep de mantener la oferta 4×4, algo que desapareció en el Compass, por ejemplo.

El rendimiento del 270T ya cosechó elogios de nuestra parte tanto en Toro (ver prueba) como en Compass (ver prueba) pero, como dijimos, siempre asociado a la tracción simple.

Por eso, venirnos hasta la Patagonia y probar a este renovado producto en caminos con una buena dosis de complicación, con mucha nieve y barro, era una cita ideal. El periplo recorrió caminos entre Villa La Angostura y Bariloche. Hicimos ruta, montaña y también entramos en encantadores campos privados, con cruces de arroyos, donde la cosa se puede poner peluda si no se cuenta con un eficiente sistema de tracción.

El del Renegade es el Select-Terrain, que básicamente anda todo el tiempo en 4×4 analizando en forma electrónica dónde distribuye el torque. Pero el sistema también permite “lockear” la distribución y cuenta una suerte de baja que, junto con los distintos modos de manejo (nieve, arena, barro y piedra), establece parámetros para los asistentes electrónicos, la caja automática de nueve marchas, el acelerador y hasta la dirección, pudiendo enviar el 100 por ciento de la fuerza al eje trasero.

Más allá de que esos parámetros se pueden elegir, lo cierto es que el “laburo” lo hace casi en soledad la gestión electrónica y eso es una buena noticia para los clientes que se suben sin tanta experiencia a un vehículo 4×4. Y si no estás pensando en una travesía externa, podés divertirte y visitar lugares que otros SUV de su tamaño e incluso de mucho mayor precio, ni sueñan con transitar.

El buen torque del motor y la potencia disponible se complementan muy bien con el sistema de tracción integral para salir airoso de caminos de media y baja complejidad y colocarse apenas por encima de la Duster (ver prueba), aunque los dos son buenos exponentes en este reducido nicho. De hecho, son los únicos SUV con esta cada vez más exclusiva cualidad en el segmento (ver más).

En términos dinámicos, en el Renegade no cambió nada. Sigue teniendo un comportamiento franco y decidido, de los mejores de su clase. Eso sí, con el nuevo motor, aun sin mediciones de nuestra parte, se muestra mucho más rápido y algo menos voraz a la hora de pedir combustible con relación al 1.8. En consumo no llega a los valores del Diesel (ver prueba), pero deja en ridículo a lo que entrega el 1.8, que seguirá presente en la parte baja de la gama (ver más).

Los cambios por afuera son mínimos, pero refrescan para bien la imagen (bien por los nuevos faros led, tanto adelante como atrás). Por dentro, también cambio poco, con una actualización del tablero (digital, pero sin gran variación de las vistas) y poco más.

En equipamiento, este Trailhawk ganó un séptimo airbag y algunas ayudas a la conducción, menos invasivas que en el Compass (tanto frenado como carril) y techo panorámico. En espacio está dentro del promedio del segmento, pero en el baúl de queda corto frente a la competencia. Lo bueno, abajo hay un auxilio de verdad, algo clave para salir de la ruta.

A siete años de su creación, el Renegade podría haber estrenado una generación completamente nueva, pero es cierto que su diseño, mucho más emparentado a los TT clásicos que a los dulcificados SUV modernos, casi no se ha avejentado con el paso de los años.

La actualización mecánica viene a subsanar el talón de Aquiles que tenía la gama, porque si bien el Diesel estaba presente, solo una reducida porción de los compradores podría comprarlo por un precio elevado.

No es que el Trailhawk 270T sea barato ni mucho menos. De hecho, coquetea con el precio de varios SUV medianos, pero con el valor agregado de ofrecer la doble, algo que también está raleando en la oferta regional del segmento superior.

Seguirá siendo una opción de nicho y mucho más cara que la Duster 4×4 (mucho menos equipada y refinada, lo que justifica el precio), pero este Renegade sigue siendo uno de los pocos refugios que encontrará el verdadero amante de sacar a su vehículo del asfalto para darle un poco de arena, barrio o nieve, sin temor a quedarse tirado.

Martín Simacourbe
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