Por Martín Simacourbe, desde Iguazú

Nissan presentó en la Argentina el rediseño de la pick up que llegó al mercado argentino en 2016, proveniente de México, y en 2018 comenzó a salir de la planta de Santa Isabel, donde se produce con la Renault Alaskan.

Los principales cambios son estéticos: por fuera hay nueva trompa (paragolpes, parrilla y luces), llantas y cola, con rediseño del portón y una caja más alta. La versión Pro-4x tiene acabados en negro, mientras que la Platinum, la que le sigue en importancia, los tiene cromados.

Con los cambios, al menos la versión Pro-4x, que tiene un despeje mayor, quedó alta y angosta, algo que se alimenta por una diferencia amplia entre las ruedas y la chapa y una parrilla que acentúa el diseño vertical. La Frontier americana, que tiene un patrón estético similar, muestra proporciones más equilibradas (ver más).

Por dentro la actualización es mínima. Se adoptó el nuevo volante común a otros modelos (mucho más moderno), la compu central del tablero ganó en tamaño y no mucho más. La pantalla mejoró, pero los comandos son los mismos de antes. No queda muy por detrás en el segmento, pero se nota su antigüedad.

En la mecánica tampoco hay grandes novedades, ya que el motor y la transmisión son los de siempre. Se trata de un mismo propulsor con dos variantes (mono y biturbo) que están en sintonía con lo que se ofrece en el mercado (ver prueba), sin el plus que entregan la Amarok V6 o la Hilux GR-S (ver más).

Nissan modificó la gama para sumar versiones automáticas e incluso con el motor biturbo, ahora también presente en la S y X-Gear que son las entrada de gama. De las 10 opciones (ver gama y precios), la tracción se reparte en partes iguales, pero ahora seis son automáticas y siete biturbo.

Hay cambios que no se ven, que modificaron el chasis y la suspensión, a lo que se suma los nuevos modos de manejo. Todos los vimos en esta nota con el número uno de Ingeniería de Producto (ver más). En síntesis, son modificaciones que apenas se notan, pero que hacen de la Frontier un producto todavía más pensado para nuestra región, que antes arrastraba algunas especificaciones mexicanas.

Hay que recordar que gracias a la suspensión trasera Multilink, la Frontier tiene, junto con Amarok, el mejor confort de marcha del segmento. En términos dinámicos no es la referencia, pero tampoco queda mal parada. Las mejoras vienen a elevar la vara en este punto.

La ganancia mayor se da en el equipamiento de seguridad. Sin cambios en el de confort (que tiene climatizador, butaca eléctrica y techo corredizo, entre otros), la Frontier sumó ayudas a la conducción que ya ofrecían Ranger y Hilux (incluso con el control crucero adaptativo, faltante en la Nissan) y también ofrece seis airbags desde la versión básica.

El paquete (presente en las Platinum y Pro-4x) ofrece frenado autónomo (como la S10), mantenimiento de carril, alerta de punto ciego, fatiga y tráfico cruzado y cámara 360°. Es un punto donde saca ventajas ante Amarok y Alaskan, que no tienen ayudas disponibles.

Con esta actualización, la Frontier salda la deuda de seguridad, actualiza la estética y se mantiene a la expectativa, por debajo de las “tres grandes” que hace rato dominan el mercado (Hilux, Amarok y Ranger), aunque este año saldrán más pick ups de Nissan desde Santa Isabel (ver más).

El crecimiento de la Frontier en la Argentina es sólido y constante, sobre todo a nivel ventas, pero también en la percepción del cliente. Sin embargo, aun le falta para aspirar a pelear seriamente por el “top tres” como pretende la marca en la región.

Con el rediseño, el modelo suma argumentos de esos que se ven, mientras la marca sigue apuntalando el verdadero y silencioso trabajo que requiere este segmento: hacer que un cliente con alta fidelización ponga su confianza en otro producto.