No todas las automotrices utilizan la misma fórmula a la hora de denominar a sus modelos. Repasamos qué receta usan las más conocidas.
Por Martín Simacourbe
“Un buen nombre es lo mejor que uno puede tener”, rezaba la publicidad del extinto Banco Río a comienzos de los noventa. Y entre los autos, sin dudas que la denominación juega un papel fundamental en su éxito comercial.
Pero claro, no todas utilizan la misma receta. Curiosamente, las tres grandes marcas alemanas, aquellas que muchas otra tienen como faro a seguir, jamás han recurrido a un nombre, salvo contadísimas excepciones en las que ha incurrido Mercedes en la gama de utilitarios.
La casa de Stuttgart, en la era moderna, tiene como ejes a las letras, (principalmente A, C, E y S) que utiliza en las distintas clases hace décadas, y con las nuevas gamas ha recurrido a siglas, como por ejemplo las agrupadas en GL cuando se trata de un todo terreno.
Su rival de toda la vida, BMW, tampoco utiliza nombres, sino que usa números para las berlinas (de tres cifras, combinando modelo y motor) y siglas para los todo terreno (con la X) y deportivos (con la M).
Audi, por su parte, usó cifras en una época (80, 90 y 100, por ejemplo) y luego consolidó las siglas: un número que determina el tamaño (como BMW), acompañado de la A si es una berlina o un Q si es un SUV. Nombres usó muy pocas veces, como en la coupé Quattro o en la rural Allroad.
Esto de utilizar siglas es algo que los chinos han tomado en general para sus modelos, pero que también tentó a automotrices de todas las nacionalidades. Cadillac y Lincoln, por ejemplo, luego de una vida con nombres, pasaron a las siglas, pero es algo que no gustó y pronto volverán a las denominaciones clásicas.
Entre las generalistas europeas hay de todo. Fiat y Renault nacieron con números (de tres o cuatro cifras la italiana; del 3 al 30, la francesa), pero luego se pasaron a los nombres, con el Ritmo en 1978 y el Clio en 1990. Es cierto que en la historia hay excepciones, como el Dauphine, utilitarios como la Trafic o la Fuego en Renault, y el 500 en la última historia de Fiat.
Ese cambio también lo hizo Porsche, que desde su nacimiento recurrió a los 900 y algo, para después del Cayenne pasarse a los nombres, salvo con el regreso del 718.
La de Peugeot es una historia particular, porque siempre utilizó las tres cifras con el 0 intermedio, donde la centena indica el tamaño y la unidad la generación (salvo el 309, un infiltrado), hasta que llegó al 8. Ahora todos mantienen la denominación por más que se estrene un nuevo modelo. Con la llegada de monovolúmenes y SUV nació el doble 0 central y también ha utilizado nombres como Partner o siglas como el RCZ para modelos puntuales.
La otra francesa es una de las que más ha variado. Citroën ha usado siglas (DS, SM o GS) y nombres (Ami, Dyanne o Mehari), hasta que en los setenta apareció la X. Primero para secundar a otras letras (AX, BX, CX, ZX) y en los noventa como parte de nombres como Xsara, Saxo, Xantia y hasta XM (otra sigla). Luego llegó el turno de la actual gama, con la C acompañada de números según el tamaño del auto.
Las americanas, salvo por lo visto en Cadillac y Lincoln, o en la exitosísima Serie F de Ford, son amigas de los nombres. Y muchos de ellos nos suenan geniales, como Charger, Thunderbird, Corvette, Falcon, Neon, Ranger, Sonic, Mustang, Wrangler, Valiant o Bronco. Incluso Ford ha utilizado muchos nombres en castellano en Europa, como Fiesta, Sierra, Puma o Granada.
Volkswagen y Opel son dos alemanas que también recurrieron casi siempre a nombres. La primera se valió muchas veces del deporte (Golf, Polo, Gol o Caddy), pero como tampoco hay tantos, su repertorio es de lo más variado. Sin embargo, para su nueva gama eléctrica la hizo fácil: la sigla ID más un número según el tamaño.
La ex GM hoy en manos de PSA tuvo durante años nombres que empezaban y terminaban en A (Ascona, Astra, Agila o Ampera) pero nunca ha sido una norma, ya que también tiene para todos los gustos.
Otra gama particular es la de Seat, que luego de las cifras heredadas de Fiat, comenzó a nombrar a sus autos con localidades españolas, algo que de lo que no se ha apartado salvo por el Mii o el Exeo. En tanto, Lamborghini utiliza toros famosos para nombrar a sus modelos.
Las japonesas también siempre han recurrido, mayormente, a los nombres (algunos ya eternos como Corolla, Civic, Accord o Camry), aunque en los SUV le agarraron el gusto a las siglas, como Honda con los HR-V y CR-V y Toyota con los Rav-4 y C-HR. Mazda, sin embargo, usa mayormente números o siglas.
Las coreanas también gustan de los nombres, aunque Hyundai llama a su gama europea con la i acompañada de una cifra. Por su parte, las suecas son más de los números: Saab tuvo siempre al 9 como aliado y Volvo ha usado números de tres cifras o combinados con letras como P, S, V o ahora la gama XC.
Con nombres, con números o con siglas, cada marca busca que cada uno de sus modelos logre algo que no todos pueden: quedar en la memoria de los clientes.
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