DISEÑO/ESTILO
Los diseñadores han hecho un buen trabajo. Con una trompa indudablemente emparentada con los nóveles A y CLA. Podríamos definir el formato como el de un “hatch Adventure” (con perdón de la palabra).

También sería acertado decir que es una suerte de “Allroad” (Audi) de Mercedes, con aditamentos offroad en su justa medida: apliques de aluminio, zócalos, barras de techo y entre otras cosas, molduras oscuras en los pasarruedas. Las llantas, especiales de este modelo, son de 18 pulgadas y calzan neumáticos de perfil alto.

La versión 250, además de ser la más potente y “4×4”, es la más coqueta, y como en otros Mercedes, los LED de iluminación diurna le imprimen una mirada especial. Respecto del Clase A, este GLA es 8 centímetros más alto, una ganancia que se da en el despeje (de 13,4 cm, apto para caminos de campo pero limitado para el off road en general), pero también en la altura del techo.

INTERIOR/CONFORT
Quizá suene un poco raro, pero el aroma del interior es indudablemente Mercedes. Eso habla de producto que –aun con inferior nivel que los sedanes de la marca– se destaca por su calidad.

El diseño del panel interior es casi calcado al del Clase A, con un estilo muy sobrio y moderno, protagonizado por las tres salidas de ventilación centrales con crucetas, que recuerdan a algunos Mercedes clásicos, como el W107.

Para el tablero, MB adopta un cuadro clásico de cuatro agujas –de rápida y clara lectura– complementadas por un display central de generoso tamaño e infinidad de datos y funciones, que se operan desde los comandos del volante.

La posición de manejo, con butacas cómodas y de regulaciones eléctricas (además de calefacción), no reviste críticas. Junto al doble ajuste del volante permite encontrar la postura ideal para cualquier anatomía.

Atrás no es de los más generosos, y el techo panorámico –cuyo segmento delantero se abre–reduce la altura del “cielorraso”, limitando un poco el espacio a lo alto. Con la misma distancia entre ejes que el Clase A, para las piernas hay lugar, pero el quinto pasajero viajará incómodo indefectiblemente. Por lo tanto, sólo es amigable para cuatro. Sobre esa premisa, los 421 litros del baúl son suficientes para todos y todas.

En cuanto al confort, climatización, insonorización y audio son de primer nivel, acorde a un producto de esta categoría. Y no muestra fisuras en el equipamiento, como detalla la lista adjunta a esta evaluación.

MOTOR/PRESTACIONES
Con inyección directa, turbo y distribución variable, el motor naftero 2.0 de 211 caballos de este GLA 250 es el mismo que utilizan los A y CLA 250. Su eficiencia es impresionante: entrega un caudaloso torque máximo de 35,7 kgm a apenas ¡1.200 rpm!, y lo mantiene invariable hasta las 4.000 rpm.

Si esa versatilidad de rendimiento se combina con una rápida caja automática de doble embrague y siete marchas (7G-DCT), el resultado es una mecánica excepcional para el uso en ciudad, con una marcha ágil a bajas rpm y reducidos consumos.

Pero a la vez, una respuesta con todo el picante necesario en la conducción deportiva, llegando muy rápido a las 5.500 rpm, régimen al que entrega sus 211 caballos. Por eso puede acelerar de 0 a 100 km/h en apenas 7,3 segundos, y aplicar fuerza hasta llegar a una velocidad máxima de 229 km/h.

Lo bueno es que con una carrocería bien aerodinámica (Cx 0,29) y una séptima larguísima (soportada por el elevado torque del motor), el GLA 250 puede viajar a 130 km/h a apenas 2.300 rpm, consumiendo sólo 7,5 litros cada 100 km de nafta súper o premium. En ciudad, los 1.500 kilos de la carrocería elevan el gasto a 10 litros, que tampoco está mal.

La transmisión se divide en dos rubros. El primero es la caja, rápida y precisa. Algunos critican el pequeño selector “Direct Select”, que no tiene más “entidad” que un comando de limpiaparabrisas. Lo cierto es que sólo selecciona P, N, R y D, mientras que los cambios se pueden pasar manualmente desde las levas del volante. El modo automático, además, ofrece función Eco y Sport, modificando el criterio de funcionamiento de la caja.

Mientras el GLA 200 tiene tracción delantera, el A 250 viene sólo 4 Matic, es decir con tracción integral. Mercedes ha desarrollado un nuevo sistema para su familia de compactos con plataforma MFA, con un diferencial trasero multidisco con presión de aceite que puede enviar la cantidad de potencia necesaria (incluso la totalidad) a las ruedas posteriores, si las delanteras –que en condiciones ideales son las tractoras– presentan un mínimo patinamiento.

Así, el reparto de la fuerza es instantáneo y muy eficiente, favoreciendo el desempeño off road del GLA, aunque no se trate de un 4×4 de los más rudos. La eficiencia del sistema se siente en caminos resbaladizos, en trazados rurales y por qué no en la arena de la playa.

Para esas circunstancias ofrece la función “off road”, que modifica el funcionamiento de la caja, el control de estabilidad y el acelerador, tomando parámetros ideales para la conducción fuera de ruta. Además, el control de tracción actúa de diferencial electrónico, frenando las ruedas que patinen para que por allí no se escurra la potencia y la aproveche otra con adherencia. Y para los médanos u otras pendientes, dispone de control de descenso, que limita la velocidad mediante los frenos.

Con esta batería de recursos es más eficiente que otros “todoterreno light”, pero no se recomienda aventurarse demasiado por limitaciones propias del modelo, con un despeje modesto, y por el dibujo bastante rutero de los neumáticos, poco amigos de las dificultades. Y encima son “run flat”, es decir que resisten las pinchaduras, pero si se rompen, darán inicio a un derrotero de inevitables dolores de cabeza.

COMPORTAMIENTO
En el rubro anterior se habló del desempeño fuera de ruta, donde mantiene incluso un buen confort de marcha gracias a los amortiguadores de doble tubo, a los neumáticos de perfil alto y a un diseño de suspensiones muy sofisticado, con masiva utilización del aluminio y generosos aislantes para no transmitir vibraciones o golpes a la carrocería. El conjunto se mostró bien robusto. Más de lo que el tester hubiese pensado.

Las mismas cualidades se aplican a la ciudad, donde no lo conmueven los empedrados y gracias al plus de despeje toca menos abajo que sus primos hermanos. En este ámbito, además, la dirección es una delicia por asistencia y (reducido) diámetro de giro.

En ruta nada hace pensar que es un modelo orientado al off road. Va aplomado y resuelve todo tipo de curvas casi como un deportivo. Incluso el sistema 4 Matic reduce posibles tendencias sub o sobrevirantes, moderando las intervenciones del ESP (control de estabilidad).

Además, la dirección –electrohidráulica– tiene función contra vientos laterales, que corrige automáticamente la trayectoria. Incluye además Park Assist, sistema que estaciona solo el auto y que en este caso no requiere que el conductor frene para no “tocar” los otros autos… lo hace por sí mismo.

SEGURIDAD
Alta calificación para este rubro. La carrocería del GLA aprobó los más exigentes crash test con la mejor puntuación, y son de serie siete airbags, incluyendo el de rodillas para el conductor. Los frenos, con ABS y servo de emergencia, detienen el auto en distancias bien cortas: 38 metros a 100 km/h, apenas un par de metros plus que el más liviano Clase A.

El funcionamiento del ESP es excelente, y se destaca el poder de las luces bixenón, combinadas con “cornering lights”, que iluminan las esquinas al doblar para ambos lados. En síntesis, el GLA es un auto seguro en lo real y en la percepción al manejarlo.

PRECIO/COMPETENCIA
Los Mercedes son caros en todos lados. Aquí, además, cargan con los aranceles de importación y desde hace casi un año, el gravamen a los autos de lujo, que en esta franja de modelos duplica el precio al público.

Así, este GLA 250 4 Matic cuesta 127 mil dólares, es decir más del doble de lo que paga un cliente en Europa por el mismo producto, o el triple que en Estados Unidos. Por lo tanto, aquí es un producto sólo para unos pocos, y con una garantía que tratándose de un Mercedes debería ser más generosa que sólo dos años.