La minivan estaba reservada al mercado de flotas, pero ahora retorna a la venta habitual con la versión de tres filas de asientos.
La aparición en 2017 de la nueva generación de la Chrysler Pacifica supuso el final de la mítica Voyager (lo que aquí conocimos como Caravan).
Sin embargo, cuando la por entonces FCA renovó el modelo, volvió a utilizar el nombre Voyager para una versión de entrada de gama que no adoptaba el rediseño.
La movida no fue bien recibida y la versión quedó rápidamente en el olvido, posicionándose únicamente como una opción destinada al mercado de flotas, con ventas marginales.
La sorpresa es que la Voyager retornó nuevamente al mercado tradicional de Estados Unidos, haciendo foco en la relación precio-producto, sin ninguna novedad estética, pero con la habitual configuración de tres filas de asientos.
El motor tampoco cambió: es el Pentastar V6 de 3.6 litros, 291 CV y 355 Nm que se une a una caja automática de nueve marchas.
No parece la mejor estrategia para una marca que viene deprimida y sin grandes novedades desde hace casi cuatro años, cuando apareció justamente el rediseño de la Pacifica.
Ya sin el 300 en la gama, la marca sobrevive únicamente con la minivan y está a la espera de que Stellantis la saque de su ostracismo con algún lanzamiento, algo que se sigue dilatando.
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