Como todos los años, en Mónaco se corre el gran premio histórico, un encuentro con las leyendas de todos los tiempos. Galería imperdible.
Texto y fotos: Miguel Tillous
Muchas veces nos preguntamos qué nos cautiva tanto de un circuito donde superar rivales es una tarea titánica y el error se paga con un golpe irremediable. Sin duda alguna, Mónaco tiene ese no sé qué, mezcla de glamour y excitante adrenalina que emana de sus tortuosas y desafiantes calles y avenidas, con brutales subidas y descensos, un túnel complicado y un par de muy lentos retomes.
Este Grand Prix, que se disputa desde 1929, ha escrito muchas de las páginas legendarias de la Fórmula Uno, y ganar en Mónaco se convirtió en un logro superlativo, reservado para aquellos destinados a quedar en la historia grande de la categoría. Eso que muchos asocian con la épica, la gloria y la leyenda.
En los comienzos de las carreras Grand Prix, los circuitos eran ruteros o callejeros, como el del principado. Muy pocos autódromos, apenas un puñado, formaban parte del calendario. Y fue la época gloriosa de un auto considerado como el primer bólido de Grand Prix, el Bugatti. Ese auto fue el primer ganador en Mónaco, y dominador absoluto de una época fundacional que fue forjando el formato de lo que años más tarde se conocería como Campeonato Mundial de Pilotos de Fórmula 1.
1950, primer certamen mundial. Y Mónaco se anota como segunda prueba del calendario, donde vence un provinciano de Balcarce que le dice al mundo, “acá estoy, vayan conociéndome“. Juan Manuel Fangio. Unico triunfo de Alfa Romeo en más de 70 años de carreras en el principado. Tras breves interrupciones, y con un Gran Premio reservado para autos sport en 1952, la F1 volvió en 1955 para ya no dejar nunca más el mítico circuito enclavado al pie de los alpes marítimos, besando las azules aguas del Mediterráneo.
Fangio ganaría nuevamente en 1957 con Maserati, año de su último título mundial. Y es el momento del gran cambio, con el advenimiento del motor trasero, cuando los monopostos más sofisticados del planeta comenzaron con un ritmo frenético a evolucionar de modo sorprendente. Cooper, Lotus, Brabham, BRM, Ferrari -desde siempre Ferrari, por supuesto- las armas de verdaderos jinetes de las pistas, como Stirling Moss, Graham Hill, Jack Brabham, John Surtees o Jim Clark, el escocés volador. Un caso curioso es el de Clark, siendo claro dominador de la época de los F1 de 1500 cc, nunca pudo ganar en tierras monegascas.
Stewart, Peterson, Lauda, Scheckter, Reutemann… tremendos pilotos que descollaron aquí en los años setenta y ochenta, ya con los motores 3 litros y el auge del Ford Cosworth, considerado el mejor impulsor de la historia por muchos. Luego tomarían la posta los bestiales turbo, que tuvieron a Alain Prost como abanderado indiscutido de esa era.
La prueba de 1984 fue una especie de bisagra para la historia del circuito, emerge un joven paulista con una actuación superlativa, a bordo de un modesto Toleman: Ayrton Senna. Y es a partir de 1987, cuando gana su primer GP de Mónaco con el Lotus Honda, que arranca con una saga que finaliza en 1993, redondeando la inigualable suma de seis victorias en Mónaco.
Todo este paquete histórico llevó a los directivos del Automobile Club de Monaco a pensar en organizar un gran fin de semana de carreras que evocara aquella Fórmula 1, idea que llevaron a la práctica en 1997 y que hoy es un suceso de proporciones, y que atrae a coleccionistas, expilotos de renombre y a mucho del mundo fashion que rodea a la F1 y al mismo principado.
Hoy, el Grand Prix de Monaco Historique es la meca de las carreras históricas en el mundo, en la modalidad competencia pura, a todo o nada como suele expresarse. Solo comparable con el famoso Goodwood Revival inglés, al que nunca asistí. Pero no pierdo la esperanza, ni mucho menos.
1 comment
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Sergio
22 julio, 2024, 2:48 amEspectaculares imágenes.
Me acuerdo de varias de esas naves. La Ferrari 312 t5 la tenia, no se si de Matchbox o Majorette
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