Por Martín Simacourbe

Desde su creación, en 1949, y mientras fue una marca independiente, Abarth colaboró con muchísimas marcas, creando algunos modelos propios, pero más que nada, potenciando muchos modelos ya existentes de Fiat, sin olvidar otros de Cisitalia, Simca, Ferrari, Alfa Romeo o Porsche.

En 1971, la expansión del grupo Fiat, que ya se había quedado con Lancia, Autobianchi y Ferrari, sumó Abarth. Desde allí, la colaboración se concentró en las marcas del grupo, a las que luego se sumó Alfa Romeo.

Y en este siglo, las creaciones de Abarth solo intervinieron en modelos de Fiat, incluso utilizando su propio logo en la parrilla, algo que comenzó con el Grande Punto de 2007 y el 500 del año siguiente y continuó con el 124, el flamante 600 y hasta el Pulse brasileño (ver prueba), entre otros.

Pese a que en 2014 Fiat se quedó con los activos de Chrysler y sus marcas, Abarth jamás puso su impronta en los modelos de la rama americana, que tenía en SRT a su rama deportiva.

Incluso con la llegada de Stellantis y su impresionante abanico de automotrices, Abarth se mantuvo fiel a Fiat, pese a que se erige como una marcas más entre todas las que tiene el grupo (Alfa Romeo, Citroën, Dodge, DS, Jeep, Lancia, Maserati, Opel, Peugeot y Ram).

Por eso, y solo a motivo de juego, se nos ocurrió pensar con qué modelo podría comenzar la expansión de Abarth como marca deportiva, ya no solo de Fiat, sino de Stellantis toda, con una amplia propuesta. La primera podría ser este Abarth 208 (ahora que Peugeot dejó la siga GTi), pero bien sumar un Alfa, un Lancia, un DS o algún Jeep.

Así, podríamos tener el primer Abarth argentino. El motor sería el mismo del Abarth Pulse (1.3 de 175 CV) y la puesta a punto muy cercana a la que tiene el 208 GT que por un tiempo llegó importado de Eslovaquia (ver prueba).