Nos subimos al Kwid E-Tech, el eléctrico más barato de la Argentina. ¿Qué tan conveniente es comprarse un auto chico que no anda a combustión?
Por Martín Simacourbe
Fotos: Prensa Renault y M.S.
La muy lenta penetración de los autos eléctricos en la Argentina acaba de dar un paso fundamental: aunque el Kwid E-Tech no vaya a significar un boom de ventas, concreta la llegada del primer eléctrico “popular” al país.
Salvando propuestas como el Tito (que es un cuadriciclo), quienes hasta ahora querían un vehículo de estas características para moverse y no para trabajar (porque de hecho Renault fue la pionera con el Kangoo ZE) tenían que poner un dineral que hoy está por encima de los 100.000 dólares (léase Nissan Leaf, Mercedes EQA o Ford Mustang Mach-E, por nombrar algunos).
El Kwid eléctrico no es barato de comprar ni de mantener, pero está a años luz de lo que exige el resto. Y más allá de su tamaño, prestaciones o desempeño (muy lejano de las otras propuestas), abre el camino para que otras terminales se fijen en este segmento del mercado, olvidado incluso entre los clásicos modelos a combustión.
Este Kwid es, además, el primero de una avanzada de la marca del rombo que incluirá la nueva generación de la Kangoo utilitaria y la quinta generación del Megane (ver más), los cuales se lanzarán en breve.
A continuación, los detalles de una semana con el eléctrico más barato de la Argentina, que llega importado de China a un valor topeado antes de la primera escala del impuesto interno.
DISEÑO/ESTILO
El curioso mercado argentino promovió que conociéramos el rediseño del Kwid estrenado en 2020 a nivel global en está variante eléctrica.
El modelo de combustión ya se había renovado en Brasil, pero como Renault decidió discontinuar su venta (a causa de la falta de divisas, para concentrarse en los modelos nacionales), nunca lo habíamos tenido.
Con respecto al original, muestra nuevas ópticas en doble piso como lo más importante. Está versión eléctrica estrena también una parrilla carenada (que se abre desde el interior para acceder a la toma de carga) y ruedas con cuatro bulones, además del calco en el zócalo y logos propios de la versión. Renault lo llama Kwid E-Tech, pero el portón dice E-Kwid.
Mantiene ese estilo de mini SUV al despeje de 180 mm, las barras de techo, los pasarruedas plásticos y el capot elevado. En el tamaño no hay novedades: mide 3,68 metros de largo, siendo el vehículo más chico del mercado argentino (salvando nuevamente a los cuadriciclos) y está disponible en sólo tres tonalidades: este verde que manejamos, blanco y plata.
INTERIOR/CONFORT
Adentro casi no hay novedades, salvo la selectora circular que llama la atención. Hay que ponerla en Neutro tanto para arrancar como para apagar el motor eléctrico, lo cual se hace a través de la llave en el tambor, lejos de la modernidad de los botones.
Como cualquier eléctrico, apenas un testigo (un OK en el tablero) nos alerta que ya se puede iniciar la marcha. Reina el silencio y solo hay un sonido metálico que alerta su marcha hasta los 30 km/h. La caja no tiene parking y exige que pongas el freno de mano para acallar una chicharra al quitar el contacto.
El tablero también es nuevo y deja los relojes clásicos por indicadores digitales. En el centro hay una compu que cambia data con un incómodo botón en el instrumental. El dato de autonomía es bien certero y cuando se recarga, muestra el estado de la batería y el tiempo restante para llegar a 80 y 100%.
La calidad, sin ser gran cosa, se siente mejor en esta versión china que en la brasileña (antes del rediseño). Los plásticos son duros pero los encastres están bien, aunque la insonorización no es la mejor y tanto el rodamiento como cualquier elemento que rebote bajo el piso se siente a pleno.
El resto es tal cual el Kwid que conocimos, con una posición de manejo que no ofrece regulación alguna para el volante o la posibilidad de modificar la altura de butaca. No me resultó incómoda, pero habrá quien exija algo mejor.
Atrás el lugar es justito salvo para la altura, generosa gracias a la carrocería elevada. Lo raro es que viene con cuatro plazas homologadas, sin un quinto cinturón o apoyacabezas.
El baúl ofrece casi 300 litros (más acorde a un segmento B que a un A), pero el cable de recarga que nos facilitó Renault para movernos resta espacio. Lo ideal sería contar con una bandeja bajo el capot (ver foto) cómo estrenó el Dacia Spring (su clon europeo, ver más), aprovechando el vacío que deja la falta de un motor a combustión. Por debajo, hay un auxilio del mismo tamaño de las titulares.
El equipamiento es acorde, con cámara y sensores (pese a que estacionarlo es facilísimo), limitador de velocidad, pantalla táctil con Android y Apple y pack eléctrico. Extraña que tiene regulación de altura de faros (con un enorme comando) y que carece de comando satelital de radio (algo que traía hasta el pelado Clio Mio). Los levantavidrios delanteros van en la consola y los traseros en las puertas, pero si alguno deja un vidrio bajo vas a tener que ir hasta ellos, porque no hay un comando a mano para el conductor.
MOTOR/PRESTACIONES
El motor entrega una potencia de 65 CV y 113 Nm (similar al 1.0 que llevaba el de combustión), pero con las reacciones propias de un eléctrico, con el torque disponible desde el vamos.
Si vamos a las cifras duras del reloj, es un auto lento para llegar a los 100 km/h (14 segundos), pero hasta los 40 o 60 (la velocidad normal en ciudad) logra tiempos de modelos con 100 caballos, pese a tener 200 kilos más (por las baterías) que el Kwid naftero.
El consumo nos dio 12 kWh/100 km en recorridos urbanos, cifra que crece hasta los 15 kWh a 100 km/h. No medimos el de 130 km/h porque la maxima está limitada a 125 km/h. También hay un modo Eco que limita aún más la máxima, pero se desconecta ni bien pisamos a fondo el acelerador.
Con la batería de 27 kW, la autonomía declarada por Renault es de 298 km, aunque en los papeles suele estar entre los 225 y 250 km en los recorridos urbanos. Con una media de 50 km diarios, no es necesario estarlo cargando cada noche, aunque hay que programar de antemano qué se va a hacer y cuándo.
COMPORTAMIENTO
Nuestra relación con el auto eléctrico nunca será la misma que la de una cliente. Porque se supone que cualquiera que compre un vehículo de estas características instalará el cargador rápido en su casa.
En los eléctricos a la venta en el país (que ya vimos son mucho más caros) el Wallbox suele estar incluído en el precio (no así su instalación), pero con el Kwid hay que comprarlo aparte.
Eso insume una erogación (entre cargador e instalación) cercana a los 4.000 dólares, el equivalente a más de 50.000 km en un Kwid a combustión, lo cual hace muy caro el costo real por km, que en realidad es muy bajo si tenemos en cuenta lo que se gasta en electricidad, en torno al 10% de lo que demanda un naftero.
Hay otras posibilidades, como cargarlo con un enchufe doméstico (tampoco viene de serie) o hacerlo en estaciones de servicio o redes privadas. Con la primera, los tiempos de recarga son eternos (2 kW/h) y solo vale la pena ante una emergencia.
En nuestra semana, aprovechamos el convenio que Renault tiene con ChargeBox para utilizar sus cargadores, que son de 22kWh, aunque nosotros en dos recargas no pasamos de los 6kWh (no sabemos si por la estación o el cable ofrecido), lo que supuso una espera de 6 horas para sumar 80% de batería.
Para el cliente, la membresía tendrá un costo, lo mismo que sucede en las estaciones de servicio. Lo bueno es que, comparativamente, el uso es más barato que el litro de nafta. Además, Renault dice que con la recarga rápida basta con 40 minutos para “llenarlo”.
En movimiento, el Kwid deparó algunas sorpresas y confimó otras sensaciones. Entre las primeras están el silencio y la agilidad para moverse en la ciudad. La dirección aporta mucha comodidad, sale como trompada en el tránsito y entra en cualquier lado.
Si el terreno se pone complicado se torna saltarín por su corta distancia entre ejes y en autopistas le cuestan los sobrepasos (casi 15 segundos de 80 a 120 km/h). Además, el comportamiento rutero no es el mejor (dirección y suspensiones blandas), aunque por las limitaciones que propone su autonomía no vamos a ser muy pesados con el tema. En síntesis, el Kwid ya era una buena propuesta citadina con un naftero bajo el capot y eso se maximiza en esta variante eléctrica.
SEGURIDAD
La actualización le vino muy bien, porque además del control de estabilidad obligatorio, le sumó airbags de cortina que el brasileño no traía.
Las luces no son de lo mejor y los frenos lo detienen en distancias realmente malas (pasó los 50 metros de 100 km/h a 0).
En tanto, no hay pruebas de choque, aunque en Europa el Spring sacó una estrella y en nuestra región el Kwid naftero había logrado 3 en su momento.
PRECIO/COMPETENCIA
El Kwid eléctrico tiene un precio en Argentina de 27.880.000 pesos. Es un valor ficticio, ya que está topeado antes del impuesto. Lo que no sabemos, es qué tipo de sobreprecio están cobrando los concesionarios, porque no hay competencia alguna en el mercado como para tener una referencia.
Renault confía en que haya compradores particulares, pero sabe que el grueso de la venta se la llevarán las ventas corporativas, como por ejemplo empresas de seguridad que lo utilicen para sus rondas diarias.
En ese caso, una empresa que tenga más de una unidad o que ya tenga otro vehículo eléctrico amortizará mucho más el costo del cargador. Para un cliente particular la cosa se complica mucho más allá que la tarifa de la luz sea más conveniente que llenar el tanque o se deje de pagar la patente en muchos municipios.
Aunque se están reduciendo, en otras parte del mundo los eléctricos cuentan con subvenciones que hacen su compra algo mucho más accesible, pero en nuestro país estas brillan por su ausencia y la que reducía el arancel de 35 a 2% en el caso de los eléctricos, sigue anulada.
Así, la adquisición de un Kwid E-Tech tiene muy poca lógica desde lo racional para quien está buscando su primer auto (cuesta como varios SUV compactos con más espacio, potencia y equipamiento), salvo que uno sea un activista de Greenpeace. En cambio, para las empresas que buscan reducir su huella de carbono, puede transformarse en un activo interesante.
De todos modos, lo más rescatable de la llegada del Kwid E-Tech es que es el primero de algo que tarde o temprano también va a llegar a la Argentina: la masividad del auto eléctrico, aún en los segmentos más populares.
Lo Bueno
Agilidad en ciudad
Rediseño atractivo
Mejora en seguridad
Costo por km
Propuesta única
Lo Malo
Comportamiento
Autonomía limitada
Posición de manejo
Distancias de frenado
Precio elevado
FICHA TECNICA
Motor
Eléctrico, síncrono de imanes permanentes con reductor integrado
Potencia: 65 CV
Torque: 113 Nm
Transimisión
Caja: Automática
Tracción: Delantera
Frenos: Disco/Tambor
Tren de Rodaje
Suspensiones: McPherson/Eje rígido
Dirección: Electrica
Neumáticos: 175/70 x 14″
Dimensiones y Capacidades
Largo/Ancho/Alto: 3,680/1,579/1,481 mm
Peso: 977 kg
Baúl: 290 litros
Batería: 27 kWh
EQUIPAMIENTO DE CONFORT
Cierre centralizado
Pantalla táctil con cámara
Pack eléctrico
Sensor de estacionamiento
EQUIPAMIENTO DE SEGURIDAD
Airbags frontales, laterales y de cortina
Apoyacabezas (4)
Cinturones inerciales (4)
Control de estabilidad
Isofix
PRESTACIONES
Aceleraciones
0-100 km/h: 14,0 s.
0-400 metros: 19,6 s.
0-1000 metros: 38,1 s.
Recuperaciones
80-120 km/h en D°: 14,7 s.
Frenada
100-0 km/h: 51,0 mts.
140-0 km/h: 83,6 mts.
Consumos
100 km/h: 15,1 litros/100 km.
Urbano: 12,0 litros/100 km.
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