Tras muchos adelantos, que incluyeron una unidad que insólitamente cayó a un río (ver más), Stellantis relanzó la marca Lancia con la cuarta generación del Ypsilon.

No se trata de un auto más en la historia de la italiana. Es el primero bajo el ala del nuevo grupo y el que servirá para que la marca retorne a mercados fuera de Italia (el actual Ypsilon solo se vendía en la península). La estrategia seguirá con otros dos modelos en el futuro.

El clásico modelo italiano, estrenado en 1995, deja el segmento A para ser un clon de los Peugeot 208 y Opel Corsa, subiéndose a la plataforma CMP, con 4,08 metros de largo.

Eso sí, el Ypsilon tiene una serie de elementos que lo despegan de sus hermanos, si bien el parabrisas, espejos, puertas delanteras y hasta los plásticos en los pasarruedas son idénticos al producto francés.

En la trompa, hay una máscara que contiene el nombre de la marca y las tres luces led dispuestas en forma de T que había anticipado el concept Pu+Ra. Las luces principales van por debajo y entre la T y el portapatente aparecen 4 rectángulos con bordes redondeados sumamente extraños.

En el lateral, el Ypsilon aloja la manija trasera en el parante C (como el anterior modelo, el primero en tener cinco puertas), muy cerca del logo de Lancia, que no está ni en la trompa ni en la cola. Atrás, los faros circulares y la unión entre ellos recuerda al Stratos.

Por dentro es donde el Ypsilon se separa más de sus hermanos. Tablero digital y pantalla multimedia forman un mismo conjunto, pero el instrumental va más alejado del conductor. Sin embargo, lo que más sorprende es la mesa circular de la consola central, justo antes de ver varios comandos comunes a otros modelos del grupo, como la selectora.

En cuanto a motores, por ahora está disponible un eléctrico de 156 CV, pero se sabe que luego llegará otro con 204 CV con la denominación HF, que podría entregar tracción integral. También habrá versiones híbridas en algunos mercados, pero Lancia no adelantó nada acerca de ellas.