Renault presentó ayer formalmente en la Argentina su nueva gama de eléctricos (ver más), la cual estará a la venta en marzo del año que viene. Allí charlamos con Pablo Sibilla, presidente de la automotriz francesa, sobre los cambios que está implementando el nuevo gobierno.

El directivo se mostró sorprendido y agradecido por el trato con las nuevas autoridades y admitió que en el nuevo gobierno “hay un espíritu de escucha y de tratar de encontrar una solución a toda esta complejidad“.

La industria vive momentos de incertidumbre con una importante deuda acumulada, problemas para producir e impuestos que podrían modificarse. Sibilla reconoció que “nuestra prioridad número uno es destrabar las pequeñas transferencias que se necesitan para arrancar la producción final del año. No son miles de millones, son proveedores que a los que se le deben pequeñas cantidades, pero que están trabando la producción”.

“Para que pueda arrancar la producción en la cuarta semana de enero (tras las vacaciones), hay proveedores con los que tengo que arreglar ahora y no está definido cómo les voy a pagar. Es un tema súper urgente“, aseguró el presidente.

También advirtió por el “flujo de pago a las nuevas importaciones, que continúan con la condición de pago de 180 días hasta 25.000 dólares y de 365 para arriba de ese monto, pero las piezas necesitan otro tipo de condición“.

Otro tema, según Sibilla, es “resolver el tema de la deuda de las automotrices, que es de 7.000 millones de dólares. Es verdad que no están más alas SIRAS, pero tampoco están los dólares, entonces seguir importando como si nada pasara es aumentar la deuda a un nivel que ninguna de nuestras casas matrices puede tolerar“.

Para reconfigurar esta deuda, el gobierno promovió un nuevo bono (ver más), pero las negociaciones están abiertas. “Queremos que el bono pueda usarse como un elemento de pago, porque nadie lo quiere para quedárselo hasta 2027“, señaló el directivo.

También está el tema impositivo. Reconoció que para “el impuesto al lujo pedimos que se ajuste al menos en la primera escala, ya que sacarlo implica una nueva ley” y se mostró preocupado con el impacto del impuesto PAIS “sobre las importaciones para luego exportar. El impuesto sobre las importaciones para el mercado local decidiremos si lo absorbemos o no y si el cliente después lo paga o no. Pero cuando se cambia el costo de exportación, el cliente que nos compra los autos no tiene por qué aceptar un impuesto argentino“.

Sobre la llegada de nuevos modelos importados producto de una apertura, Sibilla no se mostró preocupado: “la desregulación no está mal, pero hay que estar atento a la competitividad para que no se caiga la actividad local, que redunda en mantener el empleo“.

Ante un escenario recesivo, como se prevé para los próximos meses, el directivo adelantó que “prevemos un mercado de 360.000 vehículos, que baja un 25 por ciento más o menos, por el ajuste de precios. Es difícil saber ahora si se va a dar o no. También prevemos una baja de producción en Santa Isabel, en torno a las 45.000 unidades“.

Y sobre el mix que viene señaló que “queremos aumentar el volumen de los modelos importados como Oroch, Duster o Master. Kwid no es una prioridad, pero nos encanta a nosotros y a los clientes. Habrá que ver el flujo de pago de importaciones y los dólares disponibles“.