Pese al nuevo programa del gobierno, el valor de los autos es totalmente injusto para los compradores argentinos. Opina Martín Simacourbe.
Por Martín Simacourbe
Hace unos pocos días, el Gobierno Nacional incluyó en el programa de “precios justos” a los automóviles. Cada terminal radicada en la Argentina fue invitada a sumar una versión de su catálogo, la cual tendrá precio congelado hasta el 31 de octubre (ver más).
Son apenas nueve opciones en el mar de versiones que tiene el mercado nacional. Pero me animaría a decir, jugando con el nombre del programa, que en realidad todo el mercado argentino tiene “precios injustos” para el consumidor.
Digo esto porque todos los vehículos vendidos en la Argentina tributan un 54 por ciento de impuestos, la tasa más alta de todos los países de la tierra. Es decir, más de la mitad de lo que terminás pagando por un 0km se lo lleva el estado.
Este, al menos, es un costo que pagan todos por igual, lo cual no es para nada un alivio. Además de venir de muy larga data, es un gravamen “democrático” (“estaba siendo sarcástico”, diría Homero).
Ese 54 por ciento se compone, redondeando, de IVA (21% para autos y 10,5% para utilitarios), Ingresos Brutos (9%), Contribuciones Patronales (8%), Tasas varias (7%), Ganancias (4%), Impuesto al cheque (3%), Impuesto de sellos (2%) y otros más.
Pero como diría el Juez del Secreto de sus ojos en esa brillante escena, “no se vaya que ahora viene lo mejor”. Porque a esa enorme garra con la que el fisco toma buena parte de lo que uno paga un 0km, se le suman muchas otras.
Hace poquito el pulpo estatal sacó un nuevo tentáculo y agregó el 7,5 del Impuesto PAIS a todos los automóviles importados, vengan de donde vengan, algo que despertó la ira de la asociación de fabricantes brasileños, nuestros principales socios comerciales.
Eso se suma al histórico 35 por ciento de arancel que pagan todos los modelos fabricados fuera de la región (Argentina, Brasil y Uruguay) desde la creación del Mercosur y los nuevos acuerdos comerciales realizados con México y Colombia.
La frutilla del postre es el Impuesto Interno, que en sus comienzos fue llamado “impuesto al lujo” por la clase de autos que atacaba (en tiempos del “campo oligarca” ¿te acordás?), pero que ahora afecta hasta a un 208 fabricado en Palomar.
Cristina desempolvó una ley de 1996 en 2008 y gravó a los autos 0km, primero con una escala y luego con dos. Macri subió el piso y eliminó la escala más baja, pero Alberto volvió a instrumentarla, para colmo con pisos de menor monto y una inflación que terminó afectando a casi todos los modelos, salvo los más básicos del mercado. Por suerte, todavía no se les ocurrió incluir a los utilitarios, pese a que las pick ups se están convirtiendo en muchos casos en bienes suntuosos.
Hoy, los autos de poco más de 10 millones a público pagan el 20 por ciento de arancel y los que están por arriba de los 22 millones el 35 por ciento. Como son impuestos antes de impuestos, impactan en realidad en 25 y 54 por ciento en el precio final.
Y si la versión elegida está apenas por debajo de 10 millones (o de 22) para no “blanquear” el impuesto (algo que hasta que se actualiza la base, cada tres meses, afecta cada vez a más modelos por la inflación), los concesionarios se encargan de pasar a la servilleta (porque en la factura no aparece) el monto real de cada compra.
Quiere decir que si tu búsqueda no es de las denominadas “primer auto” o un utilitario nacional, siempre le terminás dando al Estado mucho más de lo que le estás dejando a la automotriz que fabricó el modelo.
A eso se suma la pérdida del beneficio que venían teniendo los modelos electrificados extrazona (los regionales, como cualquiera, no pagan arancel). Por medio de un decreto y para favorecer la penetración de autos ecológicos en el mercado, estos habían dejado de pagar el 35 por ciento habitual para pasar al 5 por ciento en el caso de los híbridos y del 2 en el de los eléctricos, pero desde marzo el cupo no fue renovado.
Si ya estás harto, tengo más, porque entre tanta restricción entra a jugar la disponibilidad. Si hubiera más oferta que demanda, muchas marcas jugarían con el precio para ganar cuota, algo que pasó infinidad de veces en nuestro mercado, sobre todo con los extrazona que se “comían” el 35 para competir contra un modelo regional.
Un ejemplo es el de las pick ups medianas. Como se fabrican acá, hay disponibilidad y la lucha se puso dura con la llegada de la nueva Ranger, es posible que encuentres descuentos sobre los precios de lista en varias versiones.
En el resto del mercado la ecuación es al revés: casi no hay autos y sobran compradores deseosos de invertir pesos que pierden rápidamente su valor (como hasta sugirió Massa, en vez de comprar dólares). Así, todos los impuestos se trasladan y además abundan los sobreprecios en las concesionarias.
Si tomamos como ejemplo una nueva Nissan X-Trail e-Power, estás pagando 54 por ciento de impuestos desde el vamos, 7,5 del PAIS, 35 de arancel (por más que sea híbrido) y 35 del Interno, sin contar el ojo de la cara que te piden por patentarla (otro impuesto ridículo). Pobre, elegimos al modelo de Nissan porque es casi el único con precio publicado en la web (salvando el Mustang, creo que no hay otro) y que paga todos estos tributos.
4 comments
4 Comments
Sergio
15 septiembre, 2023, 3:28 pmY sobre este valor con los impuestos incluidos, pagamos patentes y seguro.
REPLYEsteban
15 septiembre, 2023, 6:12 pmMe interea el nora diésel aunque me gusta elpasat diésel si me pueden contestar gracias
REPLYJuan Pablo Leguizamón
16 septiembre, 2023, 2:34 amSos un tipo inteligente y bueno describiendo pero me gustaría que seas más inteligente y propongas la solución a los exagerados impuestos y a los bajísimos sueldos o ingresos. Pero bueno somos comunitarios ya que nuestros impuestos hacen a una distribución más justa pero como todo está en negro hay que hacer mil impuestos para recaudar ya que la realidad argentina es : no me gusta pagar.
REPLYAutoweb@Juan Pablo Leguizamón
17 septiembre, 2023, 5:14 pmSi el estado no fuera el principal promotor del trabajo en negro, podríamos tener menos impuestos. También si tuviéramos menos trabajadores dependiendo del estado (formales y planes), pero tampoco soy experto en el tema. Es algo que debería solucionar la política y no el periodismo. La nuestra es describir y criticar y es lo que traté de hacer en esta columna. Saludos y gracias por los comentarios.
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