Ford acaba de presentar la versión más radical jamás fabricada del Mustang. Su producción forma comenzará a fines de 2024 o comienzos de 2025 en una cantidad limitada, pero que aún no ha sido revelada. Tampoco su precio, que estará cerca de los 300.000 dólares.

A diferencia de los Mustang habituales que se fabrican en Flat Rock, esta versión se hará casi artesanalmente en Canadá. Su nombre se debe a la clase GTD (Grand Touring Daytona) de las competencias IMSA.

La motorización es un V8 de 5.2 litros con turbo y más de 800 CV, acompañado de una caja automática de ocho marchas y doble embrague, ubicada en el eje trasero, lo mismo que la tracción.

Para estar a tono, la carrocería y suspensiones tienen muchísimas modificaciones. Hay un uso intensivo de la fibra de carbono para bajar el peso, mientras que también aparecen elementos aerodinámicos como las entradas de aire en el capot y los guardabarros, spoilers varios y un enorme alerón posterior.

Los amortiguadores son de dureza variable y la suspensión trasera va montada sobre un subchasis tubular, como en un clásico vehículos de carrera. Posee frenos Brembo carbocerámicos y llantas de aluminio forjado, aunque en opción hay unas de magnesio. Tiene neumáticos de 20 pulgadas en ambos trenes, pero especialmente anchos: los delanteros son en medida 325/30 y los traseros 345/30.

En el interior hay solo dos plazas y varios elementos (levas, selectora y placa identificatoria) fabricados con aluminio reciclado de los aviones Lockheed Martin F-22. Tampoco tiene baúl: el espacio lo ocupa la suspensión semiactiva que puede reducir hasta 40 mm la altura del vehículo.