Por Martín Simacourbe
(con bibliografía y fotos de diferentes artículos de Car Design Archives)

El concepto de minivan o monovolumen no empezó en los ochenta. Sus inicios pueden ubicarse con la aparición de la primera VW Kombi para pasajeros (incluso hay una DKW anterior) tres décadas antes, pero estas opciones partían de furgones destinados al mercado utilitario.

También existieron la Fiat 600 Multipla (ver más) y otras opciones similares en Europa y Asia, pero nunca se consolidaron en el segmento dominado a placer por las clásicas rurales.

En Estados Unidos, el concepto también estaba asociado a versiones con asientos de vehículos utilitarios. Todas las marcas tenían uno, pero en tamaño extra large, el que elige por mayoría y desde hace mucho tiempo el cliente norteamericano.

Lee Iacocca, el creador del Mustang y luego del Pinto dentro de Ford, siempre buscó explorar nuevos nichos. Y para comienzos de los setenta, desarrolló junto a Harl Sperlich una van de tamaño compacto con chasis monocasco, que fue bautizada Carrousel.

Los primeros bocetos y modelos a escala real aparecieron en 1972 en la casa matriz, pero casi en paralelo, Ford Europa trabajó sobre la misma idea, tanto dentro de la división como con desarrollos llevados a cabo por el carrocero Ghia, que por entonces trabaja con la marca del óvalo.

La empresa italiana creó el “Corsica” (que era básicamente una Serie F de menor tamaño) y varias minivan, incluso más pequeñas, utilizando la plataforma del reciente Fiesta, lo que vendría a ser un bisabuelo de la EcoSport.

Para 1974, de este lado del Atlántico, las cosas venían viento en popa, tanto que un Carrousel totalmente funcional fue producido de cara a su fabricación en serie en 1976.

Sin embargo, Henry Ford II, el CEO de la empresa, nunca fue amigo del proyecto y terminó desechándolo. Y para 1978, Iacocca fue despedido de la presidencia de Ford envuelto en los problemas de incendio del Pinto y en una relación que nunca fue buena con el heredero del fundador de la marca.

Gracias a su currículum, Iacocca encontró rápidamente trabajo y fue contratado por Chrysler, que venía de mal en peor y acababa de vender su división europea a PSA.

Uno de los más grandes gurús de la industria automotriz puso patas para arriba la empresa: despidió mucho personal, solicitó préstamos y desarmó el equipo de diseño. Y como frutilla del postre, no solo trajo los proyectos rechazados en Ford, sino también un diseñador de Ghía, Don Delarossa, quien ya había colaborado con Iacocca en el diseño del Mustang.

Se dice que en Chrysler, al igual que en GM y en Ford, también había proyectos para desarrollar una Minivan. Pero los problemas de dinero no dejaron avanzar el desarrollo.

Con la llegada de Iacocca, esos proyectos renacieron y el resultado fue la Dodge Caravan (también vendido con las marcas Plymouth y Chrysler), que apareció a fines de 1983, revolucionando el mercado norteamericano. GM (con el Astro) y Ford (con el Aerostar), reaccionaron recién 1985, con propuestas similares en tamaño, pero con chasis de largueros.

En Europa, el desarrollo de los monovolúmenes fue igual de intrincado, con Chrysler, PSA, Matra y Renault metidos en la misma bolsa. Pero eso será motivo de otra historia en AutoWeb.

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