La oleada de nuevos modelos eléctricos plantea una disyuntiva: la de utilizar un nombre conocido o uno novedoso. Vemos caso por caso.
Por Martín Simacourbe
Además de todas las novedades que ya conocemos, la aparición de los nuevos modelos eléctricos está trayendo otra disyuntiva a las automotrices: qué hacer con las denominaciones.
Estamos hablando de modelos completamente nuevos y no de versiones electrificadas, que mantienen la misma carrocería del original, como ser el Peugeot e-208 o el Fiat 500e, por dar dos ejemplos.
Se sabe que muchas marcas están poniendo como horizonte la electrificación de toda su gama entre 2025 y 2035, con lo cual, al menos en Europa, ya no habrá lugar para los clásicos modelos a combustión.
El tema que se plantea es qué hacer con esos nombres, que en muchos casos llevan décadas de servicio, con el inconveniente que plantea la convivencia que habrá, forzosamente, entre el final de vida de los clásicos y la aparición de los nuevos modelos.
Varias lo vienen resolviendo agregando simplemente un nombre tecnológico a una denominación clásica. Ford le puso Mach-E al Mustang, Renault E-Tech al Mégane y Audi viene llamando E-tron a toda su gama eléctrica.
Pese a que el Mégane eléctrico es un auto totalmente nuevo que mantuvo la denominación que Renault venía utilizando en el segmento, la marca del rombo también abrió un nuevo camino mirando hacia adelante: recuperar nombres clásicos en desuso, como lo hará con los futuros R4 y R5, una vez que regresen como modelos electrificados.
Otras, en cambio, han ido directamente por lo nuevo, utilizando una sigla para llamar a toda la novel familia eléctrica. VW recurrió a la ID, Toyota a la bZ y Kia a la EV, todas acompañadas por un número, mientras que Mercedes eligió la EQ para acompañar la letra clásica del segmento y BMW agregó simplemente una I al número que ya viene usando.
Hyundai, en cambio, le puso un nombre a su nueva familia: Ioniq, pero nuevamente acompañado por un número para identificar a cada modelo. Por su parte, Jeep directamente ha utilizado nombres nuevos a la vieja usanza (como Avenger o el futuro Recon).
El caso de Mercedes o BMW no difiere mucho de lo que conocemos, pero en VW ya notaron (y seguramente lo mismo pase en Toyota), que olvidarse de las glorias de siempre puede tener consecuencias.
Son denominaciones de mucho peso, como Polo, Golf, Passat, Corolla, Rav 4 todas las que se te puedan ocurrir. Ford acaba de comunicar que matará el nombre Fiesta y muchos otros seguirán su camino. ¿Qué pasará con Civic, Corvette, Sentra y hasta números icónicos como 911? ¿Volverán el Uno, la Fuego y el Falcon?
Es cierto que cada nuevo modelo eléctrico lleva el logo de una importante automotriz en el frente, pero un nombre nuevo con extrañas siglas, como también tiene la enorme cantidad de automóviles chinos eléctricos que van saliendo al mercado, agrega un signo de interrogación más al que ya tienen los clientes con la motorización eléctrica y todo lo que ello conlleva.
Cambia de cuajo, agregar segundos apellidos, desempolvar denominaciones archivadas o mantener las de siempre son las alternativas para transitar el cambio más grande que ha tenido la industria automotriz desde su creación. En unos años cada una sabrá si tomó el camino correcto.
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Adolfo
28 octubre, 2022, 2:11 pmSi todavía me mareo con los modelos de Chery, ni me quiero imaginar con todo esto, ja.
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