¿Un SUV te parece extraño en la gama Ferrari? En 1980, este sedán casi llega a la producción. Enterate por qué se hizo tan solo una unidad.
Ahora que presentó el primer SUV de su historia (ver más), es extraño ver a Ferrari vendiendo una carrocería que no sea la de un deportivo de altas prestaciones. Pero en 1980, la marca italiana estuvo a punto de sumar un inédito sedán a sus filas.
Ese año, para celebrar el 50° aniversario de Carrozeria Pininfarina, el constructor creó un prototipo sedán para Ferrari, que fue exhibido con gran éxito en el Salón del Automóvil de Turín de ese año y luego hizo lo mismo en el de Los Angeles y otras muestras.
El Pinin, como fue bautizado en honor al creador de la marca, utilizaba la plataforma del 400 GT, que era una coupé con largo baúl (derivada del 365) o casi un sedán de dos puertas. Sus medidas eran muy parecidas: 4,82 metros de largo, 1,82 de ancho, 1,31 de alto y 2,75 entre ejes.
Para lograr un capot más bajo, Pininfarina se valió de otro V12, esta vez del 512BB, con 5.0 litros y 360 CV. El motor iba adelante y la caja en el eje trasero, al igual que en el Purosangue.
Una distancia entre ejes cinco centímetros mayor permitió acomodar dos plazas traseras más generosas. Además, tenía un tablero que se hacía visible cuando el auto se encendía, comandos satelitales muy de la época y una extraña consola entre los asientos traseros, cosas típicas de un prototipo.
Por fuera recurría a nuevos faros delanteros (olvidaba los retráctiles del 400), ópticas traseras en el mismo color de la carrocería y parantes camuflados para suavizar el diseño sedán.
Se dice que Don Enzo le dio el visto bueno pensando en que por esa época tenía que utilizar un Fiat 131 cuando quería moverse con chofer (el gigante había entrado en la sociedad en 1969).
Además, Ferrari podría rivalizar contra otras marcas de lujo que tenían propuestas de grandes sedanes, como Jaguar con el XJ, Maserati con el Quattroporte o Mercedes con el 450 SEL.
Sin embargo, el desarrollo implicaba una buena cantidad de dinero y Fiat necesitaba apuntalar a su más reciente gama. Las malas lenguas cuentan que el Panda fue el responsable de que el Pinin nunca pasara de una simple unidad conceptual.
Y aunque Ferrari ya no volvió a pensar en un sedán para su gama, Pininfarina tuvo una suerte de revancha y pudo hacer varias unidades para el Sultán de Brunei, que en 1997 compró varios 456 modificados por el carrocero con siluetas de cuatro puertas y familiar para su colección personal.
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