Por Martín Simacourbe
Fotos: Prensa Renault y M.S.

Tras seis años en el mercado argentino, Renault renovó lo que fuera la primera pick up posicionada entre las compactas y las medianas y que inauguró un segmento que hoy tiene varias opciones y pronto tendrá novedades (ver más).

Pero a diferencia de lo que pasó con Duster, que si bien mantuvo plataforma renovó todos sus paneles y el interior, la Oroch apenas produjo algunas mejoras (por eso solo quedó el nombre Oroch a partir de ahora). La explicación, seguramente, es que la pick up no es un producto global como el SUV y apenas se vende en Sudamérica.

La actualización estética afecta el exterior y se ve más intensa puertas adentro. Allí hay nuevo tablero (del Captur), algunos comandos de la Duster (teclas, toberas y climatización) y una nueva pantalla táctil elevada, que renueva el ítem más valioso hoy para el cliente, pero que deja en la consola un portaobjetos de casi nula practicidad. La terminación, aunque mejorada, sigue siendo rústica y hay algunas filtraciones eólicas por encima de los 100 km/h.

También hay elementos que denuncian su antigüedad, cómo que el volante no regula en profundidad (algo que mejoraría la postura), la falta de portaobjetos o lo pesado que es el portón, cosas que la industria fue mejorando en los últimos años.

Atrás aprovecha el buen espacio natural de la Duster y queda parejo con Toro, aunque por detrás de Maverick, que hay que reconocer, es bastante más larga. En confort sumó climatizador y tapizado de cuero y en seguridad el obligado control de estabilidad, pero se mantuvo con solo dos airbags, una dotación austera teniendo en cuenta que el Kwid supo tener cuatro de serie.

En lo dinámico hubo algunos cambios. Se mantiene el tren trasero independiente (aún en las versiones 4×2), lo que garantiza un gran rendimiento en cualquier camino, pero la nueva dirección electrohidráulica mejoró uno de los ítems más atrasados que tenía el modelo. A eso se suma el control de estabilidad, que refuerza la seguridad a la hora de enfrentar situaciones imprevistas.

Pero, sin dudas, el cambio más notable es el del motor. El viejo 2.0 aspirado de 143 CV dio paso al 1.3 turbo que ya conocimos en Duster (ver prueba) pero con 163 CV (en vez de 155) y 270 Nm (en vez de 250). Eso tiene que ver con el origen: mientras la Oroch es brasileña, la Duster nos llega de Colombia.

Las bondades de este propulsor ya las vimos en el SUV y se repiten en la pick up: es elástico, muy potente y con buena respuesta desde abajo. Y el sistema de tracción, que también se mantiene, es de los más eficientes del mercado, sin llegar a la reductora de las pick ups medianas.

Ahí se diferencia de la Toro, que solo es 4×4 con el motor diesel. Si hablamos de 4×2, quedan muy parejas en cuanto a motor (ambas con un 1.3 turbo) y precios, aunque la Fiat está mejor equipada. Otra cosa es la Maverick (ver prueba) que es mucho más potente y pelea en otra parte del segmento (con la 4×4 por encima y la 4×2 por debajo, en cuanto a valores).

Para enfrentar la segunda parte de su vida comercial (el siguiente paso, seguramente con nueva plataforma, podría ser en la planta de Santa Isabel), la Oroch elevó su propia vara en algunas cuestiones importantes, como el motor, pero dejó en el tintero otras, como un mejor equipamiento de seguridad.

El volumen de ventas no será su fuerte en este contexto (seguirá vendiendo unas 100 unidades mensuales), pero le viene muy bien para seguir con vida en el segmento que inauguró.