La marca italiana presentó su nuevo plan industrial, que buscará la neutralidad en carbono para 2030. En septiembre llega el primer crossover.
Conforme a estos tiempos en donde las marcas de lujo venden como nunca antes, Ferrari prepara una ofensiva de productos muy interesante para los próximos cuatro años.
El de los cuatro años previos (2018-2022) cerró con grandes promesas cumplidas pese a la pandemia. La marca aumentó un 25 por ciento su clientela (que redujo su edad media en ocho años), generó 2.500 millones de euros, produjo el lanzamiento de 15 modelos y tiene la cartera de pedidos más alta de la historia.
Para el futuro inmediato, Ferrari pretende lanzar otros 15 nuevos modelos. Habrá, además de versiones nuevas, series especiales que representan el 10 por ciento de las ventas totales.
Uno de ellos será el esperado crossover Purosangue que, pese al aluvión SUV, según la marca aportará menos del 20 por ciento de las ventas totales de Ferrari. Se espera que debute con un V12 aspirado.
El proceso de electrificación es inevitable, pero Ferrari no abandonará los motores a combustión en lo inmediato. En 2021 la relación de estos con los híbridos era de 80 a 20, pero para 2026 los primeros bajarán al 40 por ciento, los segundos subirán al 55 y los eléctricos puros serán responsables del 5 por ciento restante.
Ese eléctrico llegará en 2025 y llevará motores, inversores y módulos de batería fabricados íntegramente en Maranello, en una nueva planta especialmente dedicada a esta tecnología.
Para 2026, Ferrari se fijó objetivos de facturación de 6.700 millones de euros, y ganancias en torno a los 1.800 a 2.000 millones de la moneda europea.
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