A cuatro años de su llegada, la segunda generación del Mini Countryman recibe un rediseño que afecta a la trompa, con nueva parrilla y paragolpes.

Además de nuevas llantas, atrás también hay una renovada defensa junto con la aparición de las luces con la iluminación que recrea la bandera británica, tal como ya tiene el Mini hatch.

El interior estrena tablero digital y en la zona traseras se presentan tres butacas individuales, corredizas y reclinables. Las medidas son las mismas: 4,30 metros de largo, 1,82 de ancho y 1,56 de alto. El baúl es de 450 litros.

La gama se compone de tres versiones, diferentes tanto en motorización como en equipamiento. La Cooper Classic viene con el 1.5 de 136 CV unido a una caja de doble embrague de siete marchas. La Cooper S Classic Confort llega con el 2.0 de 192 CV y la misma caja y la John Cooper Works lo hace con el 2.0 de 306 CV, con caja automática de ocho marchas y la tracción integral.

En equipamiento, de serie el Countryman ofrece seis airbags, control de estabilidad, climatizador automático, pantalla táctil de 9″ con cámara, sensor de estacionamiento, control crucero, neumáticos antipinchazo, llantas de aleación de 17″ y faros full led.

La versión intermedia agrega frenado autónomo de emergencia, alerta de cambio de carril, levas al volante, acceso sin llave, estacionamiento asistido, techo panorámico corredizo y tablero digital, en tanto la full suma llantas de 19″, tapizado de cuero y head up display. La butaca eléctrica es opcional.

Los precios de las tres versiones son de 53.400 dólares para la Cooper Classic, de 67.900 para la Cooper S Classic Confort y de 89.900 para la JCW. La garantía es de 3 años o 200.000 km.

Por medidas, el Mini se integra a los SUV compactos, pero por potencia, propuesta y origen solo puede rivalizar con los Audi Q2, DS 3 Crossback y Toyota CH-R.