Mercedes presentó en Europa la séptima generación del SL, el modelo que comercializa desde mediados de la década del cincuenta y que incluyó al famoso “alas de gaviota” en la primera entrega.

Y la nueva camada lo hace con varios cambios que había perdido en su últimas generaciones. La principal es que ahora no habrá un techo rígido sino uno de capota de lona eléctrica.

En sus distintas versiones, el SL había ofrecido una coupé con techo duro como alternativa al roadster o directamente, en las dos últimas entregas, la opción coupe-cabrio con techo rígido eléctrico, algo que cada vez está más en desuso.

También las distintas generaciones han ofrecido (salvo en las dos últimas) un espacio posterior que, según el mercado, podía disponer de unos pequeños asientos o simplemente estar tapizado para llevar algunos objetos.

En este nuevo SL se incluyen de serie dos pequeñas butacas con apoyacabezas (al mejor estilo 2+2 de un Porsche 911, por ejemplo) en las que ningún adulto se animaría a ocupar. Como siempre, servirán para un viaje eventual de un niño o para llevar, como bien dice la marca, un par de bolsas de golf.

Además, el modelo será vendido exclusivamente como parte de la gama AMG de la marca y hasta modificó su planta de producción: sale de Stuttgart para desembarcar en Affalterbach.

El diseño es similar a lo visto en el GT AMG (es algo más largo, con 4.70 metros), con la parrilla Panamericana de 14 barras verticales y llantas de hasta 21″.

Otra novedad es que solo habrá, la menos por el momento, versiones con tracción integral, gracias a un sistema que puede variar totalmente la entrega entre ambos ejes. Habrá un único motor V8 de 4.0 litros que en la versión AMG 55 entrega 476 CV y en la AMG 66 se eleva hasta 585 CV.

Como otros Mercedes, ofrece dirección en las ruedas traseras, mientras que el interior gana un instrumental digital y una pantalla táctil vertical que puede modificar su inclinación en forma eléctrica.