Fue en el autódromo de San Nicolás, donde varios compradores recibieron la unidad y pudieron hacer los primeros metros a toda velocidad.
Con el mercado de los vehículos importados cada vez más restringido, las automotrices están apostando más que nunca a los pequeños nichos de mercado.
Allí encuentran dos grandes atractivos: un retorno económico interesante porque se trata de pequeñas cantidades de vehículos muy exclusivos y también atrapar y fidelizar a un cliente con algo que no encuentra lo mismo en la competencia.
La ex FCA lo acaba de implementar en dos nichos bien diferentes del mercado, pero en ambos aplicó la misma receta: a modo testimonial entregó las primeras unidades en el ámbito ideal para cada tipo de cliente.
Con el Jeep Gladiator realizó una acción en el sur argentino, con caminos de esos que solo se puede surcar poniendo la 4×4, y con Abarth organizó algo similar pero en el impecable asfalto del circuito de San Nicolás.
Ocho de los 15 compradores del último lote llegado al país de los 500 más picantes del mercado se dieron cita en el norte del Gran Buenos Aires para darle un bautismo diferente a sus autos.
Se supone que los primeros km de un unidad son con extremo cuidado a la salida del concesionario, pero acá fue muy distinto. Tras una vuelta de reconocimiento, los clientes comenzaron a soltarse y a los pocos minutos los Abarth ya desfilaban por el trazado a buena velocidad.
Pese a que es un auto pensado para un Track Day, la mayoría de los compradores no contaban con experiencia en pista. Por eso Fiat dispuso un plantel de pilotos del equipo que comanda Gustavo Der Ohanessian para que los nuevos dueños pudieran sacarle todo el jugo a sus flamantes 595.
Nosotros no fuimos simples testigos. Con otros Abarth 595 también nos dimos el gusto de acelerar aplicando las técnicas que nos iban dictando los instructores y también descubrir “lo mal que manejamos” cuando nos llevaron de acompañante.
Y es que el 595 se disfruta a pleno en esta condición: el trabajo de suspensiones realizado por Abarth se suma al motor turbo 1.4 de 165 CV (que se maximiza por el bajo peso general) para entregar un desempeño “lo más parecido a un karting”, según palabras del propio Der Ohanessian.
La acotada distancia entre ejes juega un papel fundamental para que ese desempeño arisco en buenas manos se transforme en una sensación que pocos modelos disponibles en el mercado argentino pueden entregar. Pero también es traicionero cuando se trata el volante sin sutilezas.
Los controles electrónicos se ocupan de mantenerlo a raya, pero el Abarth 595 cuenta con una opción que si bien no los elimina, deja mucho margen para divertirse en pista.
Fiat trajo apenas 15 unidades en esta etapa, por las cuales los clientes pagaron 4.495.000 pesos. Estos fueron contactados por la red de concesionarios, pero la venta fue realizada en forma directa por la terminal.
Marco Tamolonis, Brand Maganer de Fiat, comentó que la idea fue “traer un lote limitado para ser transparente con el cliente y poder comunicar un precio que después no se modificara”. La marca apunta a que en unos siete meses esta modalidad se repita con un nuevo envío de Abarth 595.
Así esperaban los 595 a sus dueños.
Entrega con amplias sonrisas, por supuesto.
Cada uno con su nuevo chiche.
Ahora, a girar en el trazado de San Nicolás.
Nosotros también nos dimos unas cuantas vueltas con unidades ya patentadas.
Fin de fiesta con la italianidad al palo.
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