Aunque ya tenía un extensa carrera, Miguel Galuccio se hizo conocido en la Argentina en 2012, cuando Cristina Kirchner lo nombró al frente de YPF, una vez que la petrolera fue reestatizada luego de más de una década de estar controlada por Repsol.

Este entrerriano fue CEO de la empresa estatal más importante del país durante 4 años, en los que promovió el desarrollo de Vaca Muerta, una de las reservas más grandes de gas y petróleo del mundo.

Hoy, Galuccio lidera, entre otras empresas, la petrolera Vista Oil & Gas, además de start ups en el área de las investigaciones.

Este directivo de 52 años brindó una de las charlas “Como llegué hasta aquí”, de Infobae (ver abajo), donde algunos protagonistas cuentan parte de su historia a un grupo de estudiantes. La parte más sustancial para nosotros fue cuando, brevemente, habló sobre la electromovilidad en la Argentina.

Galuccio aseguró que “hoy hablamos de autos eléctricos, pero son autos con motores eléctricos. Si un auto eléctrico funciona en la Argentina, ese es un auto a gas, porque la electricidad se produce con gas. Si funciona en Francia es un auto nuclear, porque la electricidad se produce con energía nuclear”.

Razón no le falta. Si bien no hay datos recientes, en los cuales la obtención de energía eléctrica por medio de fuentes renovables como los parques eólicos ha crecido notablemente (ver más), las turbinas de gas siguen siendo la principal fuente de generación eléctrica.

Un informe de la UNSAM (Universidad de San Martín) asegura que en 2015 la generación de energía eléctrica en nuestro país fue de un 47 por ciento proveniente de gas natural, un 31 por ciento a partir de hidráulica, 16 por ciento de combustibles líquidos, 5 por ciento nuclear, 1,5 de carbón mineral y 0,7 por ciento renovable.

Es una mejora frente a lo que sucedía en 2012, cuando el gas llegaba al 66 por ciento, la hidráulica a 29 por ciento, la nuclear al 5 por ciento y la eólica al 0,3 por ciento.

Sin embargo, lo de Galuccio es solo un dato. El impacto ambiental de un eléctrico alimentado por una red dependiente de un recurso no renovable aun es mucho más amigable con el medio ambiente que el de un vehículo alimentado a un combustible tradicional.

Allí no sólo hay que poner la emisión por km, sino también los costos ambientales que genera la extracción del petróleo y su traslado a refinerías y estaciones de servicio, algo de lo que prescinde la electricidad, que no conlleva emisiones desde que es obtenida hasta que llega a la batería del auto.