Por: Martín Simacourbe
Fotos: Venanzio Onizo y M.S.

Tras las pruebas del Feline AT (el full, ver más) y el Like 1.2 MT (el base, ver más), nos quedaba subirnos al corazón de la gama del Peugeot 208 nacional: el Allure, pero con la caja manual.

Aunque también tiene algunos faltantes que veremos más adelante, el Allure es básicamente el Feline sin las ayudas a la conducción que estrenó esta nueva generación del 208.

En el listado de equipamiento tiene mucho de lo que los clientes más disfrutan a diario, como por ejemplo el “techo cielo” o el nuevo instrumental digital.

Y a nivel mecánico mantiene el motor 1.6 que desde hace tiempo viene animando a la “serie 2” de Peugeot en la Argentina. Un propulsor confiable pero que ya no es referencia en términos de prestaciones o consumos.

La gama tiene otras seis versiones. Además de esta Allure y las mencionadas Like y Feline, hay un cuarto nivel de equipamiento, denominado Active, que se ubica por debajo del que probamos hoy, pero también con la doble oferta de transmisión.

Además, en breve se lanza la versión GT importada de Francia con el motor 1.2 de tres cilindros pero con turbo y 130 CV (ver más).

DISEÑO/ESTILO

No hay mucho que agregar a todo lo que hemos dicho del 208. Es un auto muy llamativo y de agraciadas líneas. Aun sin una gama de colores muy extensa, ahora que lo vemos más seguido en la calle nos sigue llamando gratamente la atención.

La gran diferencia con el Feline son los faros principales, que al no ser led, dejaron las tres garras y muestran una clásica configuración con lámparas halógenas. Por debajo sigue estando el llamativo faro diurno vertical.

Otros cambios, mínimos, son la falta del aleroncito posterior por sobre la luneta, la ausencia de sensores de estacionamiento y los espejos en color carrocería. Las llantas, la presencia del techo vidriado, el decorado de la parrilla y la falta de antiniebla trasero es igual.

INTERIOR/CONFORT

Por dentro hay más similitudes. Salvo el comando de caja, todo es idéntico. Hablamos de la terminación, los materiales, el tapizado (con la muy agradable combinación de alcántara y cuero) y las pantallas.

El tablero es el mismo, con la tecnología 3D y la posibilidad de variar la información, pero como el Allure no tiene ayudas a la conducción, ofrece una vista menos, aquella que marca el trabajo del mantenimiento de carril y del control crucero adaptativo.

Hay algunas cosas reprochabales en el 208, como los espejos sin luz de los parasoles, el comando del control crucero del tiempo de ñaupa, el enorme comando del freno de mano o lo complicado que es meter la mano para regular el respaldo de la butaca, pero en general el nivel de terminación está dentro de lo mejor del segmento compacto.

La posición de manejo tiene amantes y “haters” por el tema del tablero elevado por encima de la vista del volante. Soy de los segundos porque me obliga a sentarme no como quiero (bajo y con el volante alto). Pero como dije otras veces, el hecho de que la marca lo sume a cada vez más modelos es prueba suficiente de su éxito. Ah, la butaca es muy cómoda.

Para los que viajan atrás la cosa no es de las más favorables, ya que el lugar no sobra. Hay varias opciones mejores en el segmento en la materia.

El baúl es digno, dentro del promedio (aunque Peugeot declara más de 300 litros, una cifra muy buena) y por debajo está el cada vez más presente auxilio temporal.

Como dijimos, buena parte del equipamiento full está, pero se echa de menos la presencia de los sensores de lluvia, luz y estacionamiento, clásicos de los Peugeot más equipados (hay cámara, pero sin la tecnología 180° del Feline).

MOTOR/PRESTACIONES

No esperábamos grandes cambios porque la mecánica es la misma ya probada. La “novedad” es la caja manual, que tiene un mejor funcionamiento que el que ofrecía el anterior 208, con pasos de marcha más firmes (más cláqueros, como solían ser los Peugeot de años atrás).

Pero como en el caso del motor, estamos hablando de una caja antigua, con solo cinco marchas, que no hace gala de su modernidad.

El conjunto no le cae mal al 208 mirando los competidores directos, salvando el caso del Onix que ofrece un 1.0 turbo (también con cinco marchas en el caso del manual), pero sabe a poco contrastando la fuerte modernidad que el modelo ostenta en muchos otros aspectos.

No esperes prestaciones brillantes o consumos reducidos. Tampoco es para caerle como gustan los verdaderos “haters” de las redes sociales que critican sin haberse subido al auto. Es un conjunto que se lleva bien con el conductor promedio.

Las cifras casi no variaron con respecto al automático. Unos 11 segundos para acelerar, poco más de 10 para el sobrepaso y un consumo promedio de 9 litros, con el urbano como el más cuestionable, ya que difícil bajarlo de los 11 litros (todo va en tu modo de manejo).

COMPORTAMIENTO

Ya los dijimos antes. El 208 es uno de los mejores ejemplos de cómo un modelo (compacto o mediano) puede equilibrar el necesario confort para moverse todos los días con la exigencia de un manejo deportivo.

Es una lástima que el 1.6 se quede corto, ya que le sobra paño para llevarlo mucho más ligero. Apoya bien, no tiene vicios y la dirección es muy precisa. No tiene el nervio de el anterior 208, pero sigue siendo muy placentero ponerlo cerca de los límites.

Y cuando tenés que lidiar con el tránsito y una ciudad que no es complaciente con sus asfaltos, el trabajo de las suspensiones es impecable, sin ese andar duro de otros Peugeot y la sequedad de casi toda la gama de PSA existente.

Con una potencia modesta sin la ayuda de un turbo, el 1.6 muestra una salida apropiada desde abajo y un buen rango de utilización en el día a día. En ruta hay que llevarlo un poco más corto de riendas para sacarle el mejor partido.

Pese a lo que decíamos de la caja, es muy dócil para el manejo diario y la dirección también acompaña para hacer de las maniobras en el tránsito una tarea placentera. Junto con el Onix, el 208 es la mejor opción del segmento en cuanto al manejo.

SEGURIDAD

No le podemos exigir al intermedio las extras que ofrece el full. Es algo que también le pasa al Versa (ver prueba) o al Nivus (ver lanzamiento), los otros compactos que sumaron ayudas a la conducción. Pero este 208 viene con seis airbags y control de estabilidad, algo que no todos los “intermedios” brindan.

El otro faltante importante son las mencionadas luces led, pero las halógenas cumple bien su función (aunque lejos del poder lumínico del full). Los frenos mostraron un buen desempeño y cifras por debajo de los 40 metros, una marca elogiable.

Pese a que ya pasaron varios meses, el 208 aun no ha sido probado por Latin NCAP como para comprobar si la producción en Palomar mantiene el estándar de la estructura del 208 europeo.

Y como tampoco es de los más vendidos en Brasil, parece que si Peugeot no patrocina el impacto (algo por lo que no optó a la hora del debut) seguiremos esperando un largo rato.

PRECIO/COMPETENCIA

El 208 es uno de los tantos modelos que está al borde del impuesto interno, con lo cual hablar de precios es muy relativo. El Allure manual cuesta 2.010.900 pesos, casi 150.000 menos que el automático.

Sabiendo que por el Feline ya hay más de un concesionario pidiendo 3 millones, esta opción se transforma en el nuevo tope de gama dentro de las alternativas a un precio lógico.

Como el Feline es el único de su segmento con ayudas, este Allure oficia de rival directo de los full de otras marcas. Y allí cada vez hay menos opciones con caja manual (el Polo perdió esa versión, ver más). algo que realza la prolífica gama del 208 producido en Palomar.

Así, quedan como variantes los Chevrolet Onix Premier MT ($1.802.900) y Toyota Yaris S ($1.862.400), algo que deja al 208 un poco por encima de la media, algo que se repite en toda la gama.