Tras el parate industrial que provocó el aislamiento obligatorio decretado por la pandemia del Covid-19 en marzo, el Gobierno Nacional le pidió a las terminales que favorecieran la producción y venta de vehículos fabricados localmente.

Fiat tomó rápidamente cartas en el asunto y viró su estrategia del segmento B en favor del Cronos producido en Ferreyra (ver más). Mal no le fue: la respuesta del mercado fue inmediata y el sedán se convirtió en el modelo más elegido del país (ver más).

Gracias a esto, el Cronos cordobés triplicó las ventas comparando el segundo semestre del año con el primero (12.443 contra 4.106), siendo el único con estos porcentajes entre los que ya habían sido lanzados en años anteriores.

Es una política que también se vio reflejada en otros modelos argentinos, como el Citroën C4 Lounge (de 220 a 570 unidades), la Nissan Frontier (de 1.242 a 2.397), el Chevrolet Cruze (de 2.110 a 3.898), la Volkswagen Amarok (de 4.908 a 8.002) o el Peugeot 308 (de 663 a 1.079).

Pero esa decisión también generó perdedores. Así como el Cronos fue el más claro ejemplo de la suba, su hermano brasileño, el Argo, fue el más perjudicado, vendiendo en el segundo semestre menos de la mitad de las unidades logradas en el primero (3.277 contra 1.410).

Esta tendencia se agudizó en el último trimestre. Si tomamos en cuenta el período enero-marzo, Argo vendió 2.073 unidades contra las 2.661 logradas por el Cronos. En cambio, en octubre-diciembre, se patentaron apenas 457 del hatch contra 7.139 del sedán.

Salvo la nueva Strada, los restantes modelos de Fiat producidos en Betim sufrieron algo similar. Hablamos de Uno (de 355 a 123 unidades), Fiorino (de 1.394 a 689) y Mobi (de 2.069 a 1.069), pero ninguno como el hatch del segmento B.

El futuro no es promisorio para el desatendido Argo. Durante 2021 Fiat lanzará el crossover basado en el propio modelo (una suerte de Nivus de la marca italiana) y de seguir esta política, muchos de los envíos que haga Brasil para aquí serán concentrados en esa nueva silueta.