El traspaso de los actuales motores de combustión a la propulsión eléctrica en la industria automotriz parece inevitable. Si bien ya existen fabricantes como Tesla que ya producen una gama de estas características, en los próximos cinco años todas las automotrices contarán con este tipo de vehículos.

Hace unos días, tan solo Volkswagen comunicó que planea producir 22 millones de vehículos eléctricos en los próximos diez años.

Y si bien se la “vende” como la solución a los problemas ambientales que conlleva el uso del petróleo, con cero emisiones contaminantes, la producción de las millones de baterías que usan y usarán los autos eléctricos sigue siendo motivo de controversia.

Amnesty Internacional hizo un llamamiento a las automotrices para que produzcan baterías a través de modos éticos y ecológicos en un término de cinco años.

La ONG argumenta que la extracción de cobalto en la República Democrática del Congo, que tiene la mitad de las reservas mundiales, implica trabajo infantil y la exposición a graves riesgos para la salud.

Para colmo, la producción de las baterías está concentrada en Japón, China y Corea, donde la generación de la electricidad necesaria para la fabricación proviene del carbón y otras fuentes contaminantes.

En tanto, advirtió que la extracción de litio en la Argentina no contempla un consenso con las comunidades indígenas y y que tampoco hay información suficiente sobre los impactos que produce en las fuentes de agua.

Además, la Union Internacional para la Conservación de la Naturaleza asegura que la exploración minera en aguas profundas que comenzará el año que viene podría conducir a la liberación de elementos tóxicos y la rápida pérdida de especies marinas.

Luego está el problema nunca resuelto del depósito de las baterías ya usadas. La ONG pidió a las empresas que se aseguren de que las mismas se desechen de manera responsable, ya que contienen materiales peligrosos que contaminan el suelo, el agua y el aire.