La marca japonesa regresa al mercado de las pick ups con la última generación de la D-Max, un clon tailandés de la S10, pero con otro motor.
Tras el regreso de Isuzu al mercado argentino en el segmento de camiones, la marca vuelve a meterse en el mercado de las pick ups, donde aun sigue teniendo una buena cantidad de fanáticos.
Los hace con la D-Max, su clásica camioneta, que fuera desarrollada junto a General Motors, de ahí que sus líneas son casi calcadas a las de la Chevrolet S10, salvo por la trompa con faros y parrilla específica.
Una de las principales diferencias es la motorización, que en el caso de la D-Max es un 3.0 turbodiesel de 177 CV, con un torque de 43,9 kgm. La otra es el origen, ya que llega importada de Tailandia.
El interior es idéntico al de la pick up de Chevrolet antes del último retyling, con el particular climatizdor de comando circular que ya fue dejado de lado por General Motors.
La versión que está en preventa es la tope de gama, denominada Kenzu, que se puede conseguir tanto con caja manual o automática, ambas con seis marchas, pero siempre con tracción integral.
El equipamiento incluye seis airbags, ESP, isofix, arranque en pendiente, control de descenso, bloqueo de diferencial trasero, llantas de aleación de 18″, faros antiniebla delanteros y traseros, portón con llave, cámara de retroceso, climatizador automático, volante con doble regulación, tapizado de cuero, butaca eléctrica, asientos calefaccionados, pantalla táctil de 7″, acceso y arranque sin llave, control crucero y salidas de aire traseras.
La marca todavía no confirmó el precio de esta versión ni cuáles serán las otras opciones de equipamiento. Para reservarla, únicamente de modo online, es necesario abonar 1.000 dólares.
La D-Max será rival de las S10, Ranger, Frontier, Hilux y Amarok, fabricadas en el Mercosur (a la espera de Alaskan y Clase X); las Tunland, Wingle y T6, producidas en China; y la futura L200, también tailandesa.
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