El Editor de AutoWeb analiza las diferencias entre lo que prefieren los tester de autos y lo que termina eligiendo el mercado.
No es fácil llegar a ser “probador de autos”, pero tampoco es una tarea titánica a la altura de un doctorado. Basta, más que nada, con tener la oportunidad de subirse una y otra vez a un auto nuevo.
El autor probando un 500 hace diez años.
La experiencia es la palabra fundamental para ser catalogado como “tester” en algún momento. Cuando arranqué hace 20 años en esto (a escribir de autos, no a probarlos), el Spazio que manejaba a diario era “lo más”. Y para ir y volver de La Plata, cuando iba a ver a mi amado Estudiantes, no había nada mejor.
El salto hacia ese mundo desconocido no fue fácil. El primer auto que manejé por unas cuantas cuadras una vez que me instalé en la redacción de Motorpress (más alĺá haberme subido a algún otro vehículo familiar o de algún amigo) fue un Alfa 156. El día y la noche.
Una más vieja, de un viaje en Alemania.
Lo cierto es que los tester ganamos autoridad sobre la base de recorrer muchos kilómetros a bordo de lo que venga: básicos, deportivos, familiares, sedanes, rurales, utilitarios, pick ups y el largo etcétera que hoy brinda la industria.
Independientemente de los gustos, hay que saber situarse ante lo que uno le tocó en suerte. No es lo mismo criticar a un Mobi que busca hacerse lugar en el mundo de los autos de 10.000 dólares que hablar de un SUV chino que viene a disputar mercado a los grandes jugadores costando cerca de 40.000 verdes. Así con todos.
Más allá de las capacidades para establecer juicio, los tester o periodistas de autos preferimos todo aquello que no necesariamente es un éxito. Se nos cae la baba por productos que, por una razón o la otra, el cliente común o el mercado mismo desprecia.
El actual Peugeot 208 HDi.
Amamos las mecánicas diesel por sobre todas las cosas. Pero ser una isla en el mar de nafteros que proponen Brasil y México dejó la oferta nacional casi en cero (obviando las pick ups y utilitarios).
Veneramos a los familiares como un Golf Variant y deseamos que alguna vez Peugeot traiga la nueva 508 SW. Sin embargo, en el mercado local podríamos contar las que sobreviven con los dedos de una sola mano.
Nos desvivimos por las sensaciones que entrega un Toyota 86 y criticamos que el 208 GTi es benévolo con el día a día, pero las terminales ya saben que hacer un deportivo de ley que no cueste como una Ferrari es un caso perdido. Acá y en todo el mundo.
El Renault Kiwd dice ser un SUV.
En paralelo, despreciamos a los SUV tengan el tamaño que tengan. Miramos con recelo como el Kwid se autodenomina de esta clase entre los económicos y no entendemos (ni lo vamos a hacer jamás) como una Tracker vende más que el Cruze teniendo menos potencia, equipamiento y prestaciones.
La seguridad no es algo tan valorado.
Y ni que hablar de la, esta vez sí, justificada rabieta por la elección del consumidor por lo que lo hace feliz todos los días (y le da una poquito de placer en medio del tránsito, el dólar y los piquetes) en detrimento de lo que podría salvarle la vida ante un accidente.
Podríamos, y lo hacemos, llenar páginas (webs y las de papel) o minutos de aire esgrimiendo cientos de argumentos, miles de puntillosas razones por las cuales nuestros elegidos (y ningún otro) deberían ser los amos y señores del mercado, aun sabiendo que en nuestras críticas nunca está el esfuerzo de poner un peso sobre otro en el concesionario.
Pero mientras nosotros hablamos, hay un público que elige con un criterio muy distinto al nuestro. Algunos, aunque nos cueste, tratamos de entender este fenómeno, pero otros siguen arraigados en sus propias creencias, encerrados en su mundo idílico de deportivos, familiares, sedanes y pick ups de trabajo (nada más y ojito con mezclar conceptos), como era en los setenta.
Una rural 504, típica de los años ’70.
Y mal que nos pese, gracias a ese público que tiene otro tipo de necesidades y motivaciones para comprar un auto, es que cada una de las automotrices, si las sabe atender, logra ganar dinero.
*Martín Simacourbe es Editor de AutoWeb. Durante casi 20 años trabajó en la editorial Motorpress, editora de las revistas Auto Test y Auto Plus y también participó del nacimiento del portal Terra Autos. Actualmente, realiza la columna de autos del programa La Inmensa Minoría, conducido por Reynaldo Sietecase en Radio Con Vos.
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diego
17 septiembre, 2018, 9:25 pmme encanto el café del domingo.
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