DISEÑO/ESTILO
El trabajo en materia estética tuvo un objetivo claro que fue alinearlo con los últimos productos de la marca a nivel global, lo que se logró en el frente con el cambio de parrilla y la incorporación de un logo de generosas dimensiones. También cambiaron paragolpes y ópticas, con máscara negra y más agresivas.

Atrás se alteró el portón y la el cuerpo interno de los faros, que mantienen la forma exterior. También cambió la luneta, que perdió su singular curvatura en la zona superior, lo que ha reducido drásticamente el costo de la pieza. En cuanto a dimensiones no hubo modificaciones: mide 3,81 metros de largo, con una distancia entre ejes de 2,47 m.

Dentro de lo que es personalización, nuestra unidad contaba con el Kit Mío, compuesto por llantas de aleación oscuras (de 13 pulgadas, al igual que las de chapa) , adhesivos (en techo, capot y portón), carcasas de espejos y baguetas blancas, y faros antiniebla delanteros. Como opcional libre también sumaba telecomando de apertura/cierre y alarma.

Como estos elementos se agregan una vez ya fuera de la fábrica, el comando de los antiniebla es una tecla a la izquierda (no en el brazo de luces como antes) y el telecomando un llavero separado (ya no integrado en la llave). Otros opcionales son por ejemplo las llantas de 14 pulgadas, así como otros tres kits preestablecidos (Ladies, Sport y Street).

INTERIOR/CONFORT
En el interior también hay algunas modificaciones visibles. Una de las más importantes es el equipo de audio (fijo), que incluye CD, MP3, USB, tarjeta SD y Bluetooth. La baliza ahora está “detrás” del selector de cambios, lo que es menos práctico, y el instrumental –de relojes grandes y lectura sencilla– posee nueva serigrafía. La plancha mantiene su diseño.

La reducción de costos se hace más visible puertas adentro. La recirculación del aire ahora se acciona con una manija (antes eléctrica), los cinturones delanteros perdieron la regulación en altura y los plásticos, todos rígidos, muestran algunos bordes descuidados, como en la zona baja de la consola central. Los ajustes parecen buenos porque no se escuchan ruidos molestos. Sí es mejorable la insonorización en ruta.

Como el volante es fijo, los más altos no podrán retrasar el asiento todo lo deseado (si lo hacen el respaldo deberá quedar muy vertical). La butaca es cómoda pero alta y los tapizados nuevos. La zona posterior sufre las consecuencias de una plataforma de larga data, por lo que allí el espacio es muy justo y la cabeza puede rozar el techo.

El baúl de 255 litros debería mejorar la presentación, ya que hay cables a la vista y la alfombra no tiene material aislante de ruido.

La dotación del Clio Mío es acotada. Esta versión más equipada (Expression Pack I) es la única con dirección asistida, y además ofrece aire acondicionado, ordenador de a bordo (de serie en todos), cierre centralizado y luneta térmica, pero podría sumar levantavidrios y espejos eléctricos o algún detalle como espejo en los parasoles.

MOTOR/PRESTACIONES
Eficiente, suave y progresivo, una de las virtudes del 1.2 multiválvulas de 75 CV es la elasticidad de la que goza a velocidades de ciudad, donde no hace falta llevarlo mucho más allá de las 2.000 rpm si el manejo es tranquilo. Se pueden doblar esquinas en tercera o ir a 40 km/h en cuarta a 1.500 rpm, pisar el acelerador y obtener una respuesta lógica.

Las cifras de performance no desentonan, con 13,5 segundos de 0 a 100 km/h y una velocidad máxima cercana a los 160 km/h. Pero donde más se luce es en consumo, ítem donde Renault asegura una baja del 5% gracias a la reducción de peso. Lo cierto es que en ruta marcó 6,8 litros cada 100 kilómetros recorridos yendo a 120 km/h (cuando viaja a casi  4.000 rpm), y en ciudad nunca superó los 8 litros. Valores austeros.

COMPORTAMIENTO
El ámbito del Clio Mío es la ciudad. Aunque la dirección es algo pesada, la robustez de las suspensiones (que son a su vez mullidas) invita a llevarlo por empedrados o calles rotas sin demasiadas contemplaciones, manteniendo además un muy buen confort de marcha. Los pedales “blandos” y el selector de cambios algo “gomoso” completan las impresiones citadinas.

No se siente tan cómodo en la ruta, ya que es sensible a los vientos laterales y manifiesta marcadas inclinaciones a la hora de doblar. Además, la rumorosidad del motor, que trabaja a elevado régimen, se filtra en el habitáculo y hay que elevar bastante el tono de voz.

SEGURIDADLos frenos del Clio Mío son a disco adelante y tambor atrás. En ningún caso pueden tener ABS, y lo detuvieron de 100 a 0 km/h en 47 metros, una distancia por encima de lo prudente.

Si bien el pedal tiene un tacto amigable, el mayor riesgo aparece cuando la calzada está húmeda o mojada y las ruedas tienden a bloquear, las distancias de detención se estiran y la dirección del vehículo deja de responder a las órdenes desde el volante.

Se conforma con cuatro apoyacabezas (nuestra unidad suma los antinieblas del Kit Mío), y mientras los cinturones delanteros son inerciales, los traseros son fijos de tres puntos (central abdominal). Sin ABS ni airbags de ningún tipo, el equipamiento de seguridad es uno de los puntos más flojos del Clio Mío.

PRECIO/COMPETENCIA
El precio base de la unidad de este informe, que es un tres puertas Expression Pack I, es de $ 64.800, con una garantía inédita en el segmento de tres años o cien mil kilómetros.

Si a eso sumamos el precio del Kit Mío ($ 6.500) y del telecomando y alarma ($ 1.500), nos da un total de $ 72.800 para esta unidad en particular, en una ecuación menos atractiva.

Algunos de sus rivales, todos en variantes de tres puertas con aire y dirección, son los Chevrolet Celta LT ($ 59.500), Fiat Palio Fire ($ 68.000), Ford Ka Fly Plus ($ 65.500) y VW Gol Power ($ 63.500). La mayoría de ellos oscilan en un valor similar si descontáramos el costo de la “customización” del Renault.

El Clio Mío, sin ser el más barato, se posiciona como un “entry level”, es decir, uno de los autos más accesibles del mercado local, con una gama que arranca en 61.000 pesos. Con esta estrategia “accesible + personalización” tratará de aumentar el volumen de ventas en Argentina, pero principalmente en Brasil, a donde se destina el grueso de su producción.