DISEÑO/ESTILO
El Smart tiene personalidad propia y casi todos lo encuentran atractivo. Al tener el motor atrás, casi no tiene trompa y su carrocería es claramente monovolumen.

Es alto, con 1,56 metros, pero los ocupantes adoptan una posición similar a la de cualquier berlina, con una distancia piso-techo “normal” ya que tiene un doble chasis (tipo sándwich) al estilo Mercedes-Benz Clase A.

Este recurso es parte de la célula Tridion, es decir la estructura de esta carrocería de alta resistencia, producida en Austria por Magna y que hace del Smart uno de los autos más seguros a pesar de su tamaño. En el Cabrio tiene refuerzos especiales en el marco del parabrisas para alcanzar los valores de rigidez y protección del Coupé.

La capota (de accionamiento eléctrico y roja en la versión Infinit) le da un toque especial, sin perder elegancia. Se puede descapotar parcialmente o totalmente si se quitan los largueros laterales por sobre las ventanillas.

INTERIOR/CONFORT
Por el doble piso mencionado (y a pesar de que el volante no tiene regulaciones), la posición de manejo es muy buena, nada le envidia a un auto mediano convencional. Tampoco en materia de habitabilidad ya que sobra el espacio para los dos únicos ocupantes del Smart, que se benefician con butacas cómodas (no se regulan en altura), que en la versión probada están tapizadas en cuero, mientras en el Passion son textiles.

El tablero es sencillo, con información mínima, pero suma dos instrumentos adicionales sobre la plancha (que está forrada en tela) que se pueden girar: cuentavueltas y reloj. El papel protagónico es para la pantalla central, que es táctil y nuclea todas las funciones multimedia y sus conexiones (USB, DVD, CD, iPod, SD).

Aun con la capota cerrada, el interior del Smart es luminoso y tiene espejos grandes que mejoran la limitada visibilidad posterior. En caminos desparejos no se sienten ruiditos molestos pero el motor (ubicado sobre el eje trasero) se deja escuchar bastante, aunque con un sonido muy agradable.

Debajo del pequeño capot delantero (que es de plástico como todos los paneles de la carrocería) se ubican unos pocos componentes y las bocas para reabastecer fluidos. Al tener el motor en una posición muy baja, el baúl está detrás y ofrece una capacidad de apenas 220 litros (se puede ampliar a 340), que para un auto netamente urbano para dos ocupantes no está tan mal.

El equipamiento es promedio, tiene lo más importante, sin lujos. La crítica más acentuada es la falta de auxilio. En su lugar, un kit de reparación. Sería mejor una rueda temporal, y decimos temporal porque los neumáticos delanteros tienen diferente medida que los traseros, que son más anchos.

MOTOR/PRESTACIONES
El propulsor tricilíndrico de apenas un litro es un ejemplo de eficiencia. En una de sus configuraciones más potentes, eroga 84 caballos y se destaca en sus reacciones por la asistencia del turbo y del sistema de admisión variable.

“Trepa” muy rápido hasta el corte, a 6.200 rpm, y registró muy buenas prestaciones –aprovechando además su escaso peso– con una aceleración de 0 a 100 km/h en 10 segundos, lo que habla de su agilidad en ciudad.

La caja utilizada es la misma que en los otros Smart, una mecánica de cinco marchas con embrague robotizado, es decir no cuenta con el tercer pedal.

Puede funcionar como una automática o una secuencial, pasando los cambios desde el selector o mediante las levas detrás del volante. Tiene algunas demoras como casi todas las de este tipo. También algunas brusquedades, pero el conductor le puede tomar la mano al poco tiempo de uso.

En cuanto a los consumos, el mejor que AW obtuvo en ciudad fue de 8,1 litros cada 100 km, mientras que en ruta a 130 km/h es de 7 litros, con una autonomía de 470 km mediante un tanque de 33 litros. La velocidad máxima está limitada electrónicamente: 145 km/h.

COMPORTAMIENTO
Este es quizá el ítem donde el Smart declara con mayor ímpetu su condición de urbano. Por su tamaño, una dirección liviana y directa, y las reacciones del motor, se mueve en la urbe como ningún otro y se puede estacionar en espacios casi ridículos.

Establece buenos ritmos en avenidas y autopistas, pero no se siente a gusto en calles deterioradas, donde parece sufrir los pozos y las cunetas, no sólo por sus suspensiones de escaso recorrido sino también por los neumáticos de perfil bajo.

En ruta muestra las limitaciones de sus dimensiones y proporciones. Lo afectan los vientos laterales y no oculta inclinaciones en algunas curvas, pero es ágil y al tener control de estabilidad, mantiene la seguridad dinámica.

SEGURIDADAdemás del mencionado control, tiene frenos con ABS, que mediante discos delanteros y tambores traseros detienen al Smart en distancias razonables. Sólo es necesario acostumbrarse al pedal, que sale del piso y tiene un tacto extraño.

La seguridad pasiva está garantizada por la comentada célula Tridion, de altísima rigidez (comprobada en múltiples crash test), a lo que se suman los airbags frontales y los laterales, que también protegen las cabezas de sus dos ocupantes.

El fabricante, además, anuncia como ítem de seguridad el kit para reparación de pinchazos. Nosotros lo tomamos como un punto crítico en un país donde romper una cubierta es cosa de todos los días, y no tener auxilio puede ser un verdadero dolor de cabeza.

PRECIO/COMPETENCIA
Ya agotada la versión Infinit –que además de los detalles especiales ofrecía un par de anteojos de regalo–, el Smart Cabrio se vende sólo en versión Passion a un precio de 26.900 dólares, es decir 2.000 más que la variante Coupé, cuyo techo es de acrílico transparente.

Estamos hablando de un auto especial que al menos en Argentina no tiene rivales. Sin dudas es caro y exclusivo, pero ha encontrado su lugar en el mercado local, donde ya vendió unas 700 unidades. La mala noticia es que tiene una garantía limitada de dos años. La buena, que habrá nuevas versiones especiales.