Primer contacto: Nissan GT-R

Primer contacto: Nissan GT-R

Nos subimos al superdeportivo que está de paso por Argentina. Una bestia con motor V6 de 530 CV, caja de doble embrague y tracción integral.

Por Gastón Vanini

El autódromo porteño Oscar y Juan Gálvez fue el escenario elegido por Nissan para que un reducido grupo de periodistas especializados tengamos la oportunidad de manejar su más emblemático deportivo, el GT-R, cuyas generaciones anteriores del modelo -denominadas Skyline GT-R-, gracias a su desempeño deportivo, están catalogadas como autos de culto en Japón.

También conocido como el “monstruo mecánico” o “Godzilla”, y bajo el ala de Nismo (la división de alta performance de la casa), el GT-R utiliza un motor 3.8 V6 biturbo especialmente desarrollado para este modelo, que en su última versión vio aumentada su potencia, pasando de los 485 a los 530 caballos, además elevar torque, de hasta 62,4 kgm.

Esta mecánica se asocia a una caja automática de doble embrague (situada en el eje trasero) con seis marchas y a un esquema de tracción integral. Sus prestaciones son infartantes: puede acelerar de 0 a 100 km/h en apenas ¡3,04 segundos! (el objetivo de Nissan es bajar los tres segundos) y alcanzar una velocidad máxima de 315 km/h.

El test drive organizado por Nissan Argentina proponía dar la primera de las tres vueltas a bordo del GT-R como acompañantes de un piloto profesional de la FIA GT1, para así conocer hasta dónde puede llegar el esta bestia deportiva. Más tarde, acompañados por un instructor de la marca, pasaría a nuestras manos.

Fueron muchas las sensaciones a lo largo de las tres vueltas que pudimos dar en el Oscar y Juan Gálvez. El primer giro lo disfrutamos desde la butaca derecha y con la premisa, por parte del experimentado conductor, de ir “rápido”. A partir de allí descubrimos todo el potencial de “Godzilla”.

Lógicamente, es en el puesto de conducción, cuando conductor y acompañante se acomodan en las butacas Recaro de competición, donde se percibe toda la deportividad del GT-R. El diseño de la plancha es convencional, fiel al estilo de los autos pura raza japoneses. En ese hábitat se destaca su completo instrumental, con una generosa pantalla en la consola central que ofrece información acerca de diversas funciones del auto, como la presión del turbo.  

Los primeros metros sirvieron para familiarizarnos con los diferentes comandos, como la caja y la dirección, y ya a partir de la salida de la Curva Uno empezamos a grabar las sensaciones que nos estaba brindando el GT-R: aceleración que pega la espalda al asiento y una impresionante capacidad de tracción -con un leve deslizamiento del eje trasero con el control de tracción desconectado-, además de una efectiva puesta a punto de las suspensiones, que como es de esperarse en un modelo de estas características, ofrecen un inmutable paso por cada una de las curvas, sin olvidarnos del inmenso poder de los frenos Brembo. Todo con una cautivante melodía de fondo proveniente de la cuádruple salida de escape.

No todos los días se tiene la posibilidad de manejar un superdeportivo con más de 500 caballos, en un circuito con todas las medidas de seguridad necesarias y con gente experimentada que nos marque las referencias del trazado. Una experiencia emocionante. Lástima que Nissan no tiene pensado venderlo en Argentina.

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